Evitar desperdiciar la luz eléctrica tiene dos objetivos: ayudar a detener el deterioro ambiental que está provocando el calentamiento global, y ahorrar mucho efectivo a largo plazo. Date uno segundos y echa un vistazo a tu casa, a tu oficina…cualquier aparato que está conectado a la corriente puede usarse pensando en términos de eficiencia energética. Aislar térmicamente tu casa, cambiar tus hábitos en el día a día, son formas muy eficaces de reducir la cantidad de electricidad que utilizas.

¿Cómo podemos hacer entonces, en la vida cotidiana para ahorrar luz y hacer nuestros hábitos más eficientes energéticamente hablando?

En primer lugar, tenemos que hablar de la iluminación. ¿Qué hay mejor que la luz natural para inundar nuestros espacios de luz? Si pensamos en una cómoda tarde en casa, quizá leyendo o charlando sobre el día con nuestra familia…lo ideal es que sea la luz del sol la que proporcione iluminación a nuestra escena, ¿o no? Al utilizar la luz natural siempre que sea posible, se reduce muchísimo el consumo de energía eléctrica. Es igual para una oficina que para el hogar. Además, somos seres vivos: la luz del sol nos da nutrientes, nos hace felices. Así que a organizar nuestro espacio de trabajo para que se llene de luz del sol. Si necesitamos luz adicional en un día oscuro, siempre es una mejor opción poner una pequeña lámpara de escritorio con un foco ahorrador de energía. También resulta muy conveniente usar cortinas o persianas que permitan el paso de la luz, de forma que tengamos privacidad pero no oscurezcamos demasiado el espacio.

Si continuamos pensando en iluminación, otro paso esencial es cambiar los focos. Sabemos que por ley, en la Unión Europea ya no se venden focos incandescentes. El tradicional proceso mediante el cual la electricidad calentaba el filamento del foco y éste se ponía incandescente, es muy poco eficiente energéticamente. Sólo el 5% de la energía se convierte en luz. Por ello se recomienda utilizar focos compactos fluorescentes (CFL por sus siglas en inglés) o focos LED. El detalle si se utilizan focos CFL (los primeros que empezaron a venderse como focos ahorradores) es su deshecho al finalizar su vida útil. Tienen restos de mercurio, así que hay que tener cuidado al desecharlos. Los focos LED, por otro lado, aún son caros por ser nuevos en el mercado, pero duran más y no contienen mercurio.

Y sigamos con la cuestión de la iluminación: ¿apagas la luz cuando sales de una habitación? Porque si no lo haces, estás desperdiciando una gran oportunidad para ahorrar energía. Lo mejor es optimizar el uso de la luz eléctrica por la noche. Si todos los miembros de la familia se concentran en una o dos habitaciones en lugar de estar por toda la casa encendiendo luces, todavía mejor.

Como podemos ver, hay muchas recomendaciones útiles para economizar energía y dinero cuando se trata del binomio iluminación – energía eléctrica. Y aún se nos quedaron en el tintero muchas otras recomendaciones relativas a los aparatos eléctricos, la calefacción y las fuentes de energía que utilizamos en el hogar. Y ello es porque el tema del ahorro y la eficiencia energética es amplísimo y tiene mucha relevancia en la vida cotidiana.