La sociedad global enfrenta un momento decisivo en cuanto a cómo se comporta respecto a la naturaleza. El consumo de los recursos que ésta nos ofrece, la forma en que los transformamos y la manera en que los utilizamos serán acciones que determinarán el estado futuro del entorno en el que vivirán y crecerán las generaciones futuras.Aglomeración urbana en Madrid

No es por tomar un tono catastrófico, pero la situación actual es tan delicada, que cada una de las pequeñas medidas que puedan tomarse puede tener una gran repercusión presente y futura.

Por ello no resulta sorprendente que, en las grandes urbes, estas medidas tengan un eco más amplio y un impacto más intenso. Cuando hay, no miles, sino millones de personas conviviendo en un espacio digamos limitado, sus acciones parecieran magnificadas por la continua repetición.

Digamos que no es lo mismo una persona que tira un papel a la calle, que cuando son millones que lo hacen.

En el área urbana de Madrid, viven más de seis millones y medio de personas. La ciudad más poblada de España seguramente influye drásticamente en cómo se viven las decisiones que atañen a la ecología y el consumo de recursos en todo el país.

Es por ello que el impacto que ha tenido la implementación del certificado de eficiencia energética en Madrid no es algo a desdeñarse. Tanto su impacto en términos administrativos, en la reestructuración del sector de la construcción y en la forma en que contemplamos el parque inmobiliario, como sobre todo en términos de huella de carbono y uso de la energía.

Este gran impacto nos ha parecido, desde aquí en certificadodeeficienciaenergetica.com interesante y valioso, puesto que las grandes ciudades deben mostrar en este momento su compromiso con el cuidado del medio ambiente y el uso adecuado de la energía, a presente y sobre todo a futuro.

¿Cuánta energía consume una ciudad como Madrid?

Existen muchísimas formas en las que cotidianamente consumimos energía. En ocasiones ni siquiera pensamos que estamos consumiendo energía. Por ejemplo, al ponernos un jean y un polo por la mañana, ya estamos consumiendo energía: la energía gris que ha sido utilizada en la fabricación de las prendas de vestir que portamos día tras día.

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Ni siquiera existe una forma absoluta de cuantificar toda la energía que utilizamos. Podemos consultar sin embargo aproximados que nos hablan de la cantidad de energía eléctrica consumida y del uso de gas y otros combustibles fósiles.

En ese sentido, datos del año 2014 nos indican que la Comunidad de Madrid tenía un consumo de más de 9,500 ktep, aproximadamente el 11% de la energía total consumida en España.

Los datos también nos permiten observar un descenso de aproximadamente 2,5% respecto al año anterior en cuanto al consumo de energía.

La información puede ser parcialmente engañosa, puesto que podemos relacionar el descenso en el consumo de energía con la situación económica española en esos años.

De hecho, existe una relación bastante cercana entre la situación económica de una ciudad o un país y su consumo de energía.

Sin embargo, como gracias a datos más recientes podemos observar que la disminución se continúa a lo largo de los años siguientes, en que afortunadamente la economía española vivió una recuperación paulatina, podemos empezar a intuir una curva interesante en términos de eficiencia energética.

Hay que pensar que el consumo energético no sólo varía estación tras estación, mes tras mes y año tras año, sino inclusive hora tras hora. Mucha de la energía que se consume, sobre todo en una ciudad vivamente comercial e industrial como Madrid, está vinculada al mundo laboral. La industria, las oficinas, las escuelas… toda esta infraestructura consume electricidad y gas, y además está todo el consumo ligado al transporte que alimenta esa enorme actividad. (Algunas cifras interesantes pueden consultarse en este enlace).

Una estrategia de uso eficiente de la energía para una ciudad tan activa pasa no sólo por el análisis de la información disponible y las curvas de consumo, sino también por el origen de esta energía. ¿Qué porcentaje continúa siendo de origen fósil y qué parte de esta energía ya se produce utilizando fuentes limpias y renovables?

Tristemente, aproximadamente el 50% de esta energía aún proviene de una fuente fósil. Y aún más si consideramos otras fuentes híbridas que siguen consumiendo en cierta forma combustibles derivados del carbón, el gas natural, etc.

En ese sentido (y no es por culpabilizar), el uso que hacemos de la energía debe ser doblemente cuidadoso, pues cada vez que nos servimos de alguna fuente energética debemos contemplar precisamente la huella que estamos teniendo en el ambiente.

Y como las medidas que se tomen en una forma individual y familiar no son suficientes para revertir el uso indiscriminado de la energía, es precisamente en ese sentido que las medidas comunitarias e institucionales (como el certificado energético) cobran importancia.

Cambios desde la implementación de la obligatoriedad del certificado de eficiencia energética

Es muy difícil valorar el impacto aislado de la obligatoriedad del certificado de eficiencia energética en Madrid en relación a la disminución paulatina y afortunadamente sostenida en el consumo energético de esta ciudad y del resto de la península ibérica.

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Esta medida, que en un principio fue tan discutida por particulares y profesionales del sector de la construcción, acusada de ser “sólo” un papelito más, un escalón burocrático adicional para complicar el funcionamiento del mercado inmobiliario y quizá un obstáculo en la reactivación del sector de la construcción, ha demostrado poco a poco en los años desde que es obligatorio (desde 2013) que es un sólido elemento en el cambio de las costumbres de consumo energético a escala nacional y europea.

Como decíamos, el reconocer que cada pequeña fase de nuestra vida contemporánea descansa firmemente sobre el uso de energía, no implica que culpabilicemos y nos vayamos en masa a vivir al bosque sin usar electricidad y renunciando al confort y la seguridad en términos de salud que ofrece la vida contemporánea.

Se precisan medidas que sean globales y que muevan a la sociedad en el sentido de usar la energía ni más ni menos, sino de forma eficiente. Que cada unidad energética utilizada cree más, mueva más, dé más. Eso es la eficiencia, y en un mundo en que para tener luz basta presionar un interruptor, no es fácil motivar a las personas a usar de forma eficaz y eficiente la energía.

Y precisamente, podemos ver que entre el año 2012 y el 2013 se emprendieron una gran cantidad de modificaciones legales quizá en un principio incomprendidas, pero que fueron la piedra fundadora en una modernización del sistema de construcción, evaluación del parque inmobiliario y uso doméstico de la energía.

Sólo bastó que fuese obligatorio el evaluar la eficiencia energética de un inmueble para su renta o venta, para que pasase a ser bien valorado el hecho de poner en el mercado un piso o una casa bien eficiente. Ello motivó auditorías, cambios e inversión en el sector que de otra forma no se habrían producido. Por ejemplo, hubo una auténtica revolución en cuanto a la producción de diferentes tipos de calderas, con calderas mucho más eficientes, que recuperan la energía “desperdiciada”, se disparó el uso de energías renovables y las comunidades particulares se involucraron cada vez más en la generación de fuentes limpias de energía.

Todo ello, se sumó al repunte de la economía española en los mismos años y ello ha traído como consecuencia una modificación significativa de la forma en que entendemos el sector de la construcción.

Si este mismo paradigma se aplicase en la industria, los servicios, el transporte, quizá la reducción en nuestro consumo energético sería aún más drástica… de esta forma, la certificación energética representa un excelentísimo esfuerzo institucional y social por corregir el curso en nuestra carrera desmesurada de consumo energético.

El parque inmobiliario de Madrid

Como hemos visto, el impacto positivo de la certificación energética en Madrid y en toda España fue de ser un elemento clave en el rediseño de la política inmobiliaria y del sector de la construcción. Y ello, en una ciudad tan antigua y cargada de historia como Madrid es muy, muy importante.

Porque el parque inmobiliario madrileño es viejo y su edad, se nota en el consumo energético de pisos, casas y locales comerciales.

Antiguamente, las casas y edificios se construían para ser estéticos. Y no podemos negar la belleza de las calles madrileñas, es parte del encanto y atractivo que hace que esta ciudad cuente con personas que la aman tanto, no sólo aquí mismo, sino que hay un flujo turístico impresionante a lo largo de todo el año.

Pero estas viejas construcciones no están pensadas con elementos tales como el aislamiento térmico que permite economizar enormemente en el uso de energía para calefacción sin perder en ningún punto confort térmico a lo largo del año, o con ideas que hoy parecen tan lógicas y simples como tener amplias superficies de ventanas orientadas hacia el sudoeste para beneficiar de la iluminación y el calor del sol de la tarde… en construcciones de más de 20 años, aún encontramos pequeñas ventanas (hermosas sin duda, pero para nada eficientes).

Este envejecimiento del parque inmobiliario se ha visto sacudido precisamente por la implementación de las nuevas normas en construcción y remodelación y gracias a la certificación energética.

En base a una auditoría energética, se pueden realizar reformas puntuales mucho más afinadas y entonadas hacia el uso absolutamente eficiente de la energía. Las reformas y trabajos realizados movilizan al sector, ayudando a reactivarlo y darle una vitalidad de la que carecía en los años anteriores.

Estrategias a futuro

¿Qué podemos extraer de esta reflexión? Que las iniciativas individuales no son suficientes para revertir el oleaje de cambios en la naturaleza que nosotros como humanos hemos provocado. Se precisan iniciativas a escala administrativa que enfoquen los esfuerzos individuales y colectivos. En ese sentido, el papel que ha tenido la certificación energética en Madrid en la disminución del consumo de energía en la ciudad no es para nada descartable. Si bien hay que tomar en cuenta otros factores (como la reversión de la crisis económica), no se puede minimizar el hecho de que desde el gobierno se implementen medidas de carácter obligatorio, moviliza una gran cantidad de acciones y recursos.mundo verde madrid

También podemos rescatar el hecho de que iniciativas autonómicas y locales pueden tener el mismo impacto pues tomarán en cuenta características concretas de cada comunidad (por ejemplo, en Madrid, buscar específicamente qué tipos de energías renovables pudiesen ser las más adecuadas dada la configuración de esta gran urbe y su entorno geográfico).

Finalmente, podemos sostener que si este tipo de estrategias que han funcionado tan bien en el sector de la construcción e inmobiliario se implementaran en otras áreas de gran consumo energético (como el transporte y la industria) el impacto positivo sería mucho mayor.