En los últimos artículos que hemos publicado, ya hemos abordado el significativo paso que representa la derogación del impuesto al sol, en el largo camino que nuestro país tiene que recorrer antes de cumplir con los estándares que otros países europeos se han impuesto, y gracias a los cuales su avance en el uso de energías limpias y renovables se aproxima más de lo que la propia Unión Europea demanda.
Claro que España no era el único país que no se había, metafóricamente, “puesto las pilas” en cuanto a favorecer desde lo impositivo y lo administrativo el autoconsumo energético.
Analizando detalladamente algunos casos, podemos ver que el proceso enfrentado por diversos países de la Unión Europea es muy diferente, y ello se traduce en un avance muy distinto en la sustitución de energías fósiles.
Estrategias Diferentes
En años recientes, el Parlamento Europeo ha recibido un gran número de peticiones que atañen a las políticas de los Estados Europeos referentes a la energía solar. En tanto que la gran mayoría de las quejas se referían precisamente a las políticas españolas, también hubo diversas polémicas y peticiones referentes a otros países como, por ejemplo, Italia, Bélgica y Alemania.
Desde el año 2009, el apoyo gubernamental a la generación de energía eléctrica vía fuentes renovables está controlado por la Directiva 2009/28/EC, a la que comúnmente se hace referencia como «Directiva RES». Este documento establece objetivos vinculantes para que los Estados miembros alcancen en relación al porcentaje de energías renovables dentro del conjunto de su producción energética. Sin embargo, a pesar de ser una directiva «vinculante», los Estados miembros siempre han contado con una gran libertad de acción referente a la contribución de los diferentes sectores (eléctrico, calefacción, transporte, etc.), así como en cuanto a los instrumentos utilizados para alcanzar los distintos objetivos planteados. Así mismo, esta libertad se ha manifestado vía la existencia de una gran flexibilidad en cuanto a los mecanismos a delinear para generar parte de la energía en otro Estado europeo.
Como resultado de esta gran flexibilidad, los distintos Estados desarrollaron diferentes instrumentos de medición y apoyo para medir tanto los objetivos intermedios bianuales como para modificar sus propias estrategias.
Entre las diversas formas de apoyo y soporte para las energías renovables en general, y para la energía solar en particular, existentes desde el año 2009 en los diversos Estados europeos, podemos destacar:
Esquemas de «cuotas»
Tres países: Bélgica, Romania y Suecia, utilizan actualmente un esquema de cuotas para el apoyo a las energías renovables. En este esquema, la cadena de producción eléctrica es forzada desde las instituciones gubernamentales a proporcionar una cierta cantidad de energía eléctrica producida en base a energías renovables. Los operadores de las plantas de «renovables» reciben una o diversas certificaciones por cada unidad energética producida. Posteriormente, venden la energía así generada en el mercado tradicional de electricidad en que son pagados de forma estándar. Además, pueden vender el certificado en un mercado adicional en que la demanda se crea precisamente por la existencia de cuotas de producción. Pareciera que este sistema lleva a un bajo soporte en la realidad debido a los bajos costos de la competencia. Pero en la realidad, el sistema se reguló bastante bien en el mercado.
Esquemas de subvención o tarifas sostenidas gubernamentalmente
El resto de los países se decantaron por un esquema de subvención (tarifas alimentadas o tarifas fijas de suministro) de las energías renovables. Este tipo de esquemas son utilizados ya sea dando con subvenciones directas a las tarifas o privilegios impositivos más indirectos, pero en general implica un punto de apoyo mucho más tangible que el sistema de cuotas.
La idea de base es que los productores de energías renovables tenían garantizados tanto el precio como la compra de la energía producida sin importar la demanda. Este sistema parece muy funcional y de apoyo automático al uso de las renovables, pero igualmente tiene problemas inherentes. El más destacado es que las adaptaciones en los niveles de apoyo no respondían con celeridad a la disminución drástica en los costos de la tecnología conforme esta continuaba avanzando. Aunado al hecho de que las tarifas de este tipo no se limitan ante la capacidad anual de las instalaciones de producción energética, se crea un mayor coste en el mantenimiento tanto de las tarifas como de los costos de producción. Además, ante mayor porcentaje de energías renovables en la producción energética total, el hecho de que los operadores no sean incentivados a reaccionar a la demanda se convierte en un problema serio.
A lo largo de los años este esquema ha sido abandonado y retocado para llegar a sistemas de subasta energética con esquemas privilegiados.
A pesar del establecimiento de cuotas, de tarifas benéficas, de subastas y apoyos impositivos de diversa índole, la energía solar no ha encontrado una ruta directa hacia una utilización más difundida. Ello se evidencia en la gran cantidad de peticiones existentes respecto al sistema de apoyo establecido en los diversos Estados miembros de la UE. Las peticiones realizadas a lo largo de los años se concentraron en los cambios retroactivos al sistema de apoyo a las renovables diseñado desde instancias gubernamentales, que modificaban de forma significativa los ingresos de los inversores en la producción energética fotovoltaica. También se enfocaban en los cambios al propio sistema de apoyo, haciéndolo inestable.
Tristemente por años la mayor cantidad de quejas y peticiones las concentró el gobierno español, y la causa fue precisamente el impuesto al sol.
Contra 2 quejas/peticiones realizadas hacia el gobierno belga, una contra el alemán y una contra el italiano, el español recibió más de 15 peticiones.
Elementos Positivos
Ante este análisis, pareciera que los vacíos legales dejados por la legislación europea han permitido este avance desigual que se refleja en el hecho de que los diversos Estados integrantes de la UE no colaboren en la misma medida con los objetivos ecológicos planteados de forma conjunta. Pero no todo es negativo. Si ha habido tanta presión local y europea para que finalmente España derogase el “impuesto al sol”, es porque hay resultados positivos en las estrategias implementadas de forma comunitaria.
En la actualidad, las fuentes de energía renovables son sin lugar a dudas una fuerza motriz en la transformación energética que se está llevando a cabo en Europa. La velocidad a la cual la energía renovable ha crecido desde el año 2005 ha sorprendido a actores empresariales e institucionales, puesto que 10 años después, la energía producida en base a fuentes renovables ya constituía el 77% de la producción energética europea. Ello, como ya lo hemos explicado, ha revolucionado la forma en que el mercado energético funciona y evoluciona y, aun así, no es suficiente. Las medidas institucionales, los avances tecnológicos aún no son suficientes para alcanzar los objetivos propuestos.
Además, la variación entre Estados miembros muestra cómo la flexibilidad legal y las realidades locales se han traducido en porcentajes de avance diferenciados. En países como Finlandia, Larvia y Suecia, el 30% del total del consumo energético (incluyendo el transporte, la calefacción y la electricidad) provienen de fuentes renovables. En otros como Luxemburgo y Malta en los que este porcentaje es inferior al 5%.
En términos totales, la climatización y calefacción siguen siendo los sectores en que los Estados europeos cuentan con una mayor porción de producción proveniente de energías renovables, siendo la biomasa la más desarrollada de entre éstas.
Si hablamos de la electricidad, es verdad que este sector sigue en pleno crecimiento y que, a pesar de los vacíos legales y desigualdades entre Estados, se ha alcanzado prácticamente una tercera parte de energía eléctrica producida con fuentes renovables. Y precisamente España muestra que ha habido grandes avances a pesar de los obstáculos administrativos, pues junto con Irlanda y Portugal, son los países en que las renovables representan más de la mitad de la producción y el consumo eléctrico.
El sector que sigue enfrentando más retraso en cuanto a producción energética renovable es sin duda el transporte, en que apenas un 6% en el total de la UE.
¿Qué nos dicen estos datos?
Que todos los esfuerzos que se han realizado a escala europea van poco a poco dando resultados. ¿Son los esperados? No siempre. ¿Se llega por los caminos previstos? Tampoco. La ruta está plagada de ensayos y errores. Las subvenciones y apoyos estatales no pueden ser siempre la solución, pero la penalización de los usuarios, tampoco. Quizá por ello los cambios en la legislación española son paradigmáticos de lo que es la implementación de las políticas que buscan disminuir la emisión de gases de invernadero y el uso de combustibles fósiles a escala europea: no siempre se empieza con el pie derecho, pero se puede corregir la hoja de ruta y alcanzar buenos resultados.
Y visto que la Unión Europea busca convertirse en una economía a la vez sustentable y que produzca su energía con un uso mínimo de combustibles fósiles para el año 2050, desarrollar la competitividad en el sector de las energías renovables es fundamental. En la actualidad, los Estados miembros precisan superar muchos desafíos importantes para lograrlo. A corto plazo estos desafíos se traducen en la formulación de políticas adecuadas que respondan tanto a los objetivos climáticos europeos como a sus políticas nacionales.
A mediano y largo plazo, implica mejorar la capacidad de innovación para que producir energías renovables sea rentable en todos los sentidos.
¿En qué etapa se encuentra nuestro país tras los cambios legales de este último año? ¿Qué se viene a futuro en cuanto a legislación y a formas de potenciar la innovación y la competitividad?
Desde CertificadodeEficienciaEnergética.com, sin duda seguiremos de cerca las evoluciones a venir y las desglosaremos con detalle.
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