Llega un momento en el que no podemos permanecer herméticos y no escuchar lo que sucede a nuestro alrededor. La preocupación por el medio ambiente ha dejado de ser una preocupación de unos cuantos o un asunto que sólo importa a las autoridades y a las grandes empresas.
Recientemente, se han publicado estudios prospectivos que hablan de un suceso que ya estamos enfrentando: el cambio climático. Este cambio se nos ha manifestado con climas más extremos: lluvias y fríos más intensos en invierno, veranos cambiantes con picos de tórridas temperaturas, épocas de sequía… de tal forma que el dejar de preocuparnos por nuestro propio impacto en el medio ambiente resulta no sólo inadecuado, sino irresponsable, en términos de presente y de futuro.
A este impacto se le denomina comúnmente “huella de carbono personal”. Hablamos de huella como rastro, en una forma equivalente a decir “es una persona que ha dejado huella en quienes la conocieron”, sólo que en este caso estamos hablando de la marca que nuestras acciones cotidianas dejarán en el medio ambiente, por ejemplo, en el uso que le damos a nuestro automóvil (¿realmente cuando es necesario o somos de esas personas que conducen para ir a la farmacia que está a 200 metros de casa?), el uso racional o indiscriminado que hacemos del agua potable, las costumbres que tenemos respecto al uso de electricidad, etcétera.
El hecho de qué la obtención del certificado energético de un edificio sea obligatoria de acuerdo a la legislación española no le quita mérito en cuanto a esfuerzo personal por reducir nuestro impacto negativo en el medio ambiente a lo largo de nuestra vida. Podemos trascender el trámite obligatorio y comprometernos a realizar las modificaciones necesarias para que nuestro hogar se transforme de uno que desperdicia la energía y por lo tanto daña directa e indirectamente al medio ambiente, a uno que se integre al medio ambiente, lo utilice como fuente de energía renovable y evite en la medida de lo posible, dejar un impacto negativo en el mismo.
Modificaciones tan sencillas en un piso como hacer un aislamiento térmico, cambiar los focos por focos LED o focos fluorescentes y abandonar el uso de focos incandescentes, acostumbrarnos a desconectar los aparatos eléctricos, son sugerencias que un especialista en certificación energética nos realizará, pero que está en nosotros mismos respetar o pasar por alto.
Por ello comentábamos al inicio de este artículo que es no sólo una cuestión de obligatoriedad o gusto. Llega un momento en que la conciencia por el uso racional y adecuado de la energía es una cuestión de responsabilidad moral y de tener la propia conciencia tranquila respecto a la huella que estamos dejando tras nosotros, firmemente estampada en el medio ambiente.
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