La eficiencia energética y el respeto del medio ambiente son fundamentales para la creación de soluciones presentes y futuras para los desafíos que enfrenta el mundo actual debido al uso desmedido de los recursos que la humanidad ha realizado. En todas estas propuestas, el uso racional de la energía que se refleja en la noción de eficiencia energética y la reglamentación que la rodea (como ejemplo, el certificado de eficiencia energética) se convierten en protagonistas, al lado de la reaparición de lo verde y lo vegetal como punto focal en lugar de darle prioridad al concreto.
Entre las propuestas arquitectónicas y urbanísticas de vanguardia que actualmente pueden encontrarse en el ámbito de la construcción, el diseño urbano y la producción de energía, la del arquitecto belga Vincent Callebaut es reconocida por el papel que da a la autarquía energética de una edificación y por el rol protagónico de las plantas y árboles.
Si bien sus diseños parecen en cierta medida salidos de un futuro de ciencia ficción, son tan factibles que ya están empezando a construirse en distintos puntos y dejan entrever un futuro de ideas prácticas y hermosas para que los seres humanos podamos vivir agradablemente en el planeta Tierra sin continuar destruyéndolo. Las propuestas de Callebaut son sin duda meritorias de una revisión más detallada.
¿Quién es Vincent Callebaut?
Es un joven arquitecto visionario que en todas sus propuestas pone en práctica la denominada «arquibiótica», una disciplina que intenta, de una forma interdisciplinaria reinventar la forma de vida del mañana. Sus diseños inspirados en las formas de la naturaleza, sus edificios espectaculares y orgánicos tienen una apariencia fantástica o futurista. En Europa, sus diseños arquitectónicos apenas empiezan a despertar interés concreto, pero en Asia, sus fantásticas ideas empiezan a concretarse con mayor velocidad.
La idea central de sus diseños es ver la vida en color verde. Nació en La Louvière, una provincia minera del sur de Bélgica, por lo que los paisajes de su niñez fueron industriales y grisáceos. El joven Vincent, sin embargo, amaba pasar horas en jardines y huertos, tanto así que un tiempo se dedicó a la horticultura, antes de dedicarse a tiempo completo a la arquitectura. Después de obtener su título, se mudó a París, y su agencia nació en el año 2008.
En esos primeros años sus proyectos de edificios gigantes con líneas suaves y redondeadas generaron no pocas reacciones de burla de sus colegas, hasta que en el año 2010 su proyecto «Dragonfly» (libélula en inglés), una granja vertical en forma de ala de libélula se presentó durante la Exposición Universal de Shangai.
Desde ese momento, Callebaut encarna la faceta más deseable y optimista del urbanismo del futuro. De acuerdo con sus postulados, los obstáculos presentados por el cambio climático y al incremento exponencial de la población, pueden convertirse en puntos de partida para repensar la idea que tenemos de ciudad y nuestros modelos urbanos. Es así como nace su idea de ciudad flotante «Lilypad» (nenúfar en inglés), que permitiría dar un hogar a los refugiados climáticos expulsados de sus países de origen.
Revolución arquitectónica
Vincent Callebaut es el representante de una especie de revolución arquitectónica que gira en torno a la importancia de la vida, de ahí el hombre «arquibiótica». Se trata de una forma diferente de entender el diseño urbano, de edificios, calles y casas, con una importancia significativa de la biotecnología y las tecnologías de la información y la comunicación. Para comprender mejor las implicaciones de esta «arquibiótica», nada mejor que revisar puntualmente algunos de sus icónicos diseños:
a. La granja «Dragonfly»
Esta ala de libélula es una propuesta realizada por Callebaut para construirse ni más ni menos que en la isla Roosevelt, en Nueva York. ¿Su propósito? Resolver una parte del problema de escasez de comida y falta de espacio para almacenamiento alimentario, además de reconectar a los consumidores con los productores. Las granjas urbanas ya son una realidad, pero una célula urbana tan súper poblada como Manhattan, el crecimiento debe ser vertical. La propuesta de Callebaut es una torre de 132 pisos y 600 metros de altura, con 28 campos de cultivo diferentes para la producción de frutas, vegetales, cereales, carne y productos lácteos. Una combinación de energía eólica y solar haría de esta torre no sólo excelente en términos de eficiencia energética, sino también 100% capaz de producir su propia energía.
Esta superestructura utópica permitiría la convivencia de oficinas, laboratorios, apartamentos y áreas comunales coexistiendo con granjas, campos y áreas de producción. La producción agropecuaria acomodada adecuadamente en la estructura de acero y vidrio de la torre Dragonfly permitiría que el suelo se mantuviera bien drenado y nutritivo, además de promover un uso continuo y local de los biodesperdicios.
Los espacios entre las alas se diseñan para aprovechar la energía solar acumulando aire calienten la exoestructura a lo largo del invierno. La ventilación en temporada de calor se facilitaría por un sistema de ventilación natural y la evapo-perspiración de las plantas.
Los jardines verticales externos filtrarían el agua de lluvia que se mezclaría con los líquidos de desperdicio doméstico. Juntos, serían tratados de forma orgánica antes de ser reciclados para uso agropecuario, preservando y distribuyendo nitrógeno, fósforo y otros minerales. Esta granja urbana está concebida para ser cultivada por sus propios habitantes, haciéndola verdaderamente autárquica en términos no sólo energéticos, sino alimenticios. ¿Vera la luz algún día en una ciudad como Nueva York?
b. Las ciudades flotantes «Lilypad»
Estos nenúfares flotantes son una auténtica propuesta que permite pensar en una solución viable y sostenible para albergar a los «refugiados climáticos»: los millones de personas que se verán desplazadas debido al cambio climático. Existen pocas soluciones arquitectónicas o urbanísticas que prevean este problema que se proyecta catastrófico en términos humanitarios. Y ninguno de entre los existentes es tan espectacular como éste: la ciudad flotante Lilypad (Nenúfar) es el concepto de una ciudad flotante autosuficiente. El intento en sí mismo es fabuloso, pero el concepto también captura la imaginación de una forma fascinante.
Esta ciudad, diseñada para que parezca un nenúfar o lirio acuático, está prevista para ser una urbe con cero emisiones contaminantes y para flotar suavemente sobre el océano. A través de una inteligente combinación de tecnologías: solar, eólica, mareomotriz, biomasa… se proyecta que este diseño no sólo produciría su propia energía, sino que sería capaz de procesar el dióxido de carbono en la atmósfera y absorberlo en su «piel» de dióxido de titanio.
Cada una de estas ciudades estaría diseñada para albergar aproximadamente 50 mil personas. Un terreno mixto hecho por el hombre, con una laguna artificial y tres crestas, crearía un ambiente diverso para sus habitantes. Cada ciudad Lilypad puede anclarse cerca de una costa o flotar en el océano, viajando del ecuador hacia los mares del norte, según las propias mareas. El proyecto no está ni siquiera cerca de concretarse (tristemente), pero hay mucho valor en sus propuestas, puesto que inspiran soluciones creativas que en un punto determinado pueden ser clave para resolver los problemas que surgirán con el acelerado cambio climático.
c. París 2050
Los principios de la arquitectura según Callebaut tienen como objetivo reintroducir la biodiversidad en las ciudades. Un edificio debe ser un espacio de producción de recursos alimentarios y energéticos, a fin de favorecer los «circuitos cortos» de consumo. Precisamente todas sus propuestas encuentran aplicación en su obra «París Smart City 2050», anticipación utópica que presenta un París eco-renovable, lleno de torres verdes y jardines colgantes, autoalimentados energéticamente con distintas fuentes de energía renovable.
Este trabajo es uno de investigación y desarrollo enfocado en la integración de los edificios denominados BEPOS por sus siglas en inglés (buildings with plus-energy, edificios superproductores de energía), que producirán la energía necesaria no sólo para sus propias necesidades, sino las del área circundante. Este estudio presenta los prototipos para 8 distintos tipos de torres que reintegrarían la naturaleza al propio corazón de la ciudad, asimilando de igual forma reglas de bioclimatización y energías renovables y reciclables, así como una construcción absolutamente respetuosa de los principios de la eficiencia energética. Los ocho tipos de torres son:
1. Las torres montaña
2. Las torres anti-smog
3. Las torres fotosintéticas
4. Las torres nido de bambú
5. Las torres panal
6. Las granjas rascacielos
7. Las torres manglar
8. Las torres puente
Todas estas torres están inspiradas en la naturaleza, pero pensadas para encajar con la estructura ya existente de la ciudad. Estos edificios aprovechan una gran variedad de estrategias «verdes» incluyendo la calefacción y la ventilación pasiva, el reciclaje del agua de lluvia, y las paredes vegetales que llenarían la ciudad de oxígeno y aire fresco. El plan también integraría jardines comunales y áreas verdes, animando a los residentes a vivir un poco de la vida rural en el «reino» de lo urbano.
El proyecto utiliza espacio y materiales en la forma más eficiente posible, por ejemplo, el exterior de las torres panal también servirían como generadores solares que «cosecharían» luz solar produciendo biocombustible. Las filoluces producirían tanto luz como energía usando turbinas eólicas.
Las torres, además, tendrían un uso mixto, animando la integración de negocios, áreas comerciales, residenciales y de producción, haciendo que se redujera significativamente la necesidad de traslados.
Del sueño a la realidad
Los que hemos descrito son por el momento, proyectos sólo propuestos por Callebaut y su equipo. Se quedan en utopías, aunque como el propio arquitecto lo dice, sirven para motivar a otros arquitectos e ingenieros apunten alto con sus diseños ecoresponsables y eficientes energéticamente. Tristemente, en Europa no ha habido el eco deseado para sus proyectos. Pero en Asia, su discurso e ideas han tenido más eco. En Taipei (Taiwan) está en construcción la torre Agora Garden (Tao Zhu Yin Yuan).
Este proyecto idealmente se concluirá en junio del 2018 y se trata de la primera de las grandes ideas arquitectónicas de Callebaut que verá la luz. Tendrá más de veinte mil árboles plantados en la planta baja y los balcones, los cuales podrán absorber más de 130 toneladas anuales de dióxido de carbono en la ciudad de Taipei. En noviembre del año 2017, se colocó una de las vigas de acero en la parte superior de esta magnífica estructura en una ceremonia especial. El «lema» de esta construcción es «Un pequeño paso en la absorción de CO2, un gran salto contra el calentamiento global».
Esta torre será sostenible, verde, flexible, resiliente ante movimientos telúricos. Su súper producción energética le asigna una calificación energética muy por arriba de las notas que manejamos actualmente en Europa, y su integración de la naturaleza es simplemente asombrosa.
Otros de los proyectos de Callebaut suenen igualmente utópicos, futuristas o fantásticos, como sus “naves” hechas de algas, pequeños adendums flotantes para las ciudades del futuro, ecológicas y eficientes, limpiadoras del aire, o sus hermosísimos y ecológicos spas e incluso un modelo de orquídea como centro comercial…
La cuestión, como bien dice su equipo, es apuntar a la luna para aterrizar en las estrellas. La arquitectura ya no puede seguir cerrando los ojos a los desafíos que imponen la contaminación, el cambio climático y el desperdicio de recursos energéticos. La eficiencia energética es un imperativo, así como la recuperación de la naturaleza y la motivación del consumo en circuito corto. Desde certificadodeeficienciaenergetica.com animamos y apoyamos todo este tipo de proyectos.
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