El invierno 2015-2016 fue particularmente cálido, y el verano no se está quedando a la zaga. Las estaciones del año se están desfasando y ello está comenzando a afectar cultivos, mareas e incluso la salud humana.
Cuando hablamos de calentamiento climático, ya no estamos hablando de algo que sucederá en un extraño y misterioso futuro lejano, sino en una realidad que empieza a ser cotidiana.
Pero aun así, sigue siendo un prejuicio común que la eficiencia energética es un concepto burocrático y lejano que nada tiene que ver con nuestra vida diaria, con la forma en que administramos nuestros gastos, o con la manera en que decidimos hacer una gran inversión.
Es por ello, por este desconocimiento que rodea al certificado energético y al propio concepto de eficiencia energética, que en el blog de certificado energético hemos decidido ahondar un poco sobre el tema de la utilidad práctica e inmediata que puede tener para aquellos que buscan alquilar un inmueble (ya sea una vivienda o un local comercial), el simple hecho de contar con el certificado de eficiencia energética, para poder colaborar difundiendo conocimiento que sea certero y ayude a las personas a saber qué uso real tiene este tipo de trámite.
El certificado energético está inscrito en los esfuerzos en pro de la eficiencia energética
Gran parte de nuestro modo de vida en las sociedades occidentales (y en gran parte del mundo), depende del consumo de recursos energéticos. Desde utilizar el coche particular, el metro, el autobus o el tren para llegar hasta nuestro lugar de trabajo, hasta el uso del portátil o los ordenadores de sobremesa, pasando por el sencillo gesto de calentar el café por las mañanas. Si nos ponemos a pensar, usamos energía prácticamente de forma continua. Es por ello que la sociedad global ha llegado a un punto en el que los recursos son limitados: su fin asoma en el horizonte y la sociedad en su conjunto ha buscado formas de dar respuesta al interrogante que plantea la escasez de energía. De forma casi paradójica, no será la invención de una nueva y fascinante forma de energía la que nos ayudará a continuar teniendo las fuentes de energía necesarias para la supervivencia y bienestar de nuestra sociedad, sino su uso cada vez más reflexivo y consciente. Y es precisamente ese uso bien pensado, estructurado para lograr más con menos, a lo que se conoce como eficiencia energética. En términos prácticos, hay una serie de normativas a escala europea que buscan usar la energía de forma cada vez más eficiente para disminuir el impacto o huella de carbono con la que atacamos a la naturaleza y cuya consecuencia más clara es el calentamiento global. Tenemos por ejemplo los objetivos 20-20, disminuir en un 20% las emisiones contaminantes de dióxido de carbono para el año 2020, para lo cual España no ha tomado aún las medidas adecuadas para avanzar en esta descontaminación y este uso eficiente de los recursos energéticos. La obligatoriedad del certificado energético es un escalón más en este camino largo que como sociedad debemos recorrer para disminuir nuestro impacto ambiental y optimizar nuestros recursos. Solamente este detalle sería suficiente para considerar útil al certificado energético, pero hay más elementos que hacen que éste sea útil también a corto plazo.
Utilidad a corto plazo del certificado energético: la realidad en los números
Entender la utilidad en términos más inmediatos del certificado energético es más fácil si lo comparamos con otras compras y adquisiciones que podemos realizar. Evidentemente, ninguna inversión económica que realizamos (salvo quizá una inversión que podamos realizar al participar de alguna empresa o industria) tendrá la envergadura de la adquisición de una casa o local comercial, pero si es verdad que siempre intentamos sacar el mejor jugo al dinero gastado. Si tenemos hijos, por ejemplo, y pensamos inscribirlos en una escuela privada, seguramente cuando vayamos a pedir informes no sólo solicitaremos datos de aquello que hace que la escuela se destaque en cuestión académica, sino que seguramente también nos gustará saber cuánto pagaremos mensualmente, cuál es el porcentaje promedio de aumento anual en la cantidad que se paga y si hay gastos adicionales a cubrir como matrículas, actividades extraescolares, excursiones, material, uniformes… Es decir, queremos ser capaces de calcular nuestros gastos en el futuro. Es lo mismo que haremos si compramos por ejemplo un electrodoméstico, queremos saber cuánta electricidad consumirá, qué características especiales tiene, etcétera. Todo está en función de calcular nuestros gastos, porque nadie quiere llevarse sorpresas.
Ahora traslademos estas medidas de precaución respecto a los gastos que tendremos en un futuro cuando invertimos o gastamos en cualquier cosa (de un televisor a un coche), a la compra de una casa, un piso o un local comercial. Es evidente que con el gran gasto que esto implica, sea más imperiosa nuestra necesidad de saber cada uno de los detalles del inmueble a adquirir. Querremos saber si hay gastos comunitarios a pagar, si tendremos plaza de parking o debemos invertir en ello, verificamos si disponemos de servicios cerca de donde hemos adquirido la propiedad tales como escuelas, restaurantes o supermercados, o si la iluminación pública es suficiente para el negocio que queremos iniciar, si se trata de un local comercial. Por ello, el certificado energético es una pieza clave en este tipo de previsiones, pues la calificación energética plasmada en él, nos permite realizar un cálculo de lo que gastaremos en electricidad o gas tanto en la iluminación como en la producción de agua caliente sanitaria, calefacción y ventilación.
La calificación energética da índices claros del gasto a realizar en el futuro aún sin realizar ningún cálculo. No es nada difícil percatarse de que un inmueble con una calificación A representará menos gasto que un inmueble evaluado con una E, pero de hecho, es posible hacer un cálculo más preciso. En la primera página del certificado de eficiencia energética encontraremos, además de la calificación expresada en color y letras, la cantidad de emisiones de dióxido de carbono expresada en KCO2/m2 por año. Esta cifra habla de la cantidad aproximada que se producirá de dióxido de carbono al producir el agua caliente y el calor / frío necesario de acuerdo a las características técnicas que se han evaluado en el inmueble.
Más adelante, en el apartado tres, Anexo II del certificado, se encuentra la calificación parcial de consumo de energía primaria, es decir “la energía consumida por el edificio procedente de fuentes renovables y no renovables si no ha sufrido ningún proceso de conversión o transformación”. La cifra se expresa en kWh/m2 por año. Es decir que al multiplicar este número por la superficie del inmueble, tendremos el aproximado del consumo eléctrico, el cual tendremos que multiplicar por el coste promedio de la energía eléctrica y podemos proyectar entonces nuestro gasto en electricidad. Si el inmueble también utiliza o se vale de gas natural, podremos igualmente realizar el cálculo.
Como podemos ver, estas cifras se traducen en gastos mensuales que realizaremos al ocupar el inmueble. Sin duda alguna, el realizar previsiones en este sentido es una gran utilidad práctica del certificado de eficiencia energética.
Invirtiendo en el futuro
En ocasiones no adquirimos un inmueble para su uso por un periodo prolongado. Quizá compremos un piso para vivir en él sólo unos cuantos años mientras contamos con un empleo determinado, o un local comercial mediano mientras esperamos que nuestro negocio crezca. La verdad es que es difícil saber si la adquisición de una casa, piso o local comercial será una inversión a largo plazo o deberemos venderla en algunos años. De cualquier forma, es común que al comprar un inmueble, pensemos en realizar algunas reformas y trabajos para tenerlo en óptimas condiciones a la hora de ocuparlo. Es en ese sentido que las recomendaciones que acompañan al certificado energético pueden ser un gran punto de partida para emprender trabajos interesantes en términos del ahorro que es posible realizar utilizando la energía de forma más eficiente.
Desde modificar ventanas y puertas, mejorar el aislamiento térmico de la construcción, cambiar la caldera por una más eficiente, o añadir una fuente renovable de energía como paneles solares, este tipo de modificaciones serán no sólo positivas en el futuro si seguimos siendo los propietarios del inmueble, sino que lo valorizarán significativamente si queremos venderlo a medio plazo.
Habrá quien se oponga a esta visión aludiendo a la duración de diez años que tiene el certificado energético una vez emitido, y que sería oneroso y caro volverlo a tramitar después de realizar trabajos de mejora, pero la verdad es que un inmueble calificado “E” tendrá una mucha menor visibilidad en el mercado inmobiliario que uno evaluado “B” o “A”, y esta valorización bien valdrá la pena el realizar el trámite una segunda vez a la hora de ser vendedores en lugar de compradores.
Como podemos ver, el certificado de eficiencia energética tiene una utilidad práctica tanto para inmuebles particulares o viviendas como para locales comerciales, pues en cualquiera de los dos casos, como compradores estaremos buscando calcular adecuadamente lo que vamos a gastar en electricidad y gas natural al utilizar la propiedad que estamos adquiriendo. De hecho, para cierto tipo de uso comercial que puede tener un local (por ejemplo la restauración), el consumo de energía es tan significativo que incidirá en la competitividad de los precios ofrecidos y por ende en el éxito que pueda tener un negocio. Pero la calificación energética también podrá incidir en los trabajos que realicemos en el futuro para darle mayor valor al piso si pensamos revenderlo, lo cual es una ventaja a medio plazo.
Y a largo plazo tendremos siempre la sensación de estar participando, al involucrarnos en el complejo mundo de la eficiencia energética, en una medida sólida en vista a la reducción de la producción de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, y por lo tanto, reduciendo nuestro impacto ambiental en el medio natural que nos rodea.
Un último detalle de utilidad que puede tener la lectura detallada y análisis del certificado energético de un inmueble a comprar, es la concienciación del gasto energético que estaremos realizando. Si de entrada vemos que el inmueble está bien evaluado y que consume poco en calefacción y producción de agua caliente sanitaria, ello sin duda nos motivará a continuar este camino de consumo energético eficiente, instalando electrodomésticos también bien evaluados e incluso, modificando un poco nuestros hábitos de consumo. Por el contrario, si un inmueble tiene una mala evaluación, puede llevarnos a querer hacer mejoras o a decidir no comprarlo.
Si a pesar de todos estos distintos elementos que hacen útil al certificado energético aún tienes dudas de su funcionamiento y practicidad, no dudes en buscar un experto cercano a tu domicilio valiéndote de nuestro sitio certificadodeeficienciaenergetica.com, y de esta forma podrás plantearle todas tus preguntas y dudas en torno a este trámite, que más allá de su obligatoriedad puede traducirse en una serie de interesantes ahorros cotidianos y en proyectos de mejora en el futuro.
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