En la lucha contra el cambio climático y en búsqueda de una eficiencia energética que permita disminuir la contaminación, cada persona es fundamental. Todos pueden contribuir en la lucha, desde los hogares más pequeños, hasta las empresas más grandes. Una de las formas de mejorar la eficiencia energética es mediante la compra de inmuebles (pisos, locales, oficinas, edificios.. ) y electrodomésticos de alta eficiencia energética. Las etiquetas de eficiencia energética nos permiten comparar diferentes inmuebles o electrodomésticos en cuanto a consumo de energía de los mismos.
Que son las etiquetas de eficiencia energética y como se leen.
En el caso de los electrodomésticos, las etiquetas de eficiencia energética son una manera de mostrarles a los consumidores información sobre el consumo energético que realizan justo antes de realizar una compra de dichos productos. Esta información tiene que ver con el valor de eficiencia energética que presenta el electrodoméstico, además del desempeño. Una persona puede aprovechar esta información para comparar entre las ofertas disponibles y realizar una compra según las preferencias que tenga. Aprovechando la información de la etiqueta, se puede adquirir un buen producto, cuyo ahorro repercuta en el recibo de luz.
La etiqueta determina la eficiencia y eficacia, y su lectura se puede dividir en dos partes. La primera de ellas es visualmente llamativa y más fácil de entender. Está formada por barras horizontales de distintos colores, en forma de escalera descendente, en la cual cada escalón representa un nivel de eficiencia energética. Cada etiqueta presenta una flecha negra bien clara, que determina la eficiencia energética del propio producto. Cuanto más alto sea el desempeño en relación al consumo de energía, más alto estará en la etiqueta. La segunda parte se encuentra en la parte inferior de la etiqueta y tiene que ver con características particulares de cada electrodoméstico, por lo que varía según el caso. Por ejemplo, en una heladera mostrara que rango de temperatura proporciona o cuantos litros de capacidad tiene, mientras que en una lámpara se mostrara la cantidad de luz que brinda.
Como hemos comentado, las etiquetas no solo se utilizan en electrodomésticos, sino también en viviendas e inmuebles. En España, desde junio de 2013, se volvieron obligatorias y es un elemento fundamental a la hora de alquilar o comprar un inmueble. En la etiqueta, estarán detallados todos los datos del inmueble, junto a la información del técnico que llevo a cabo el estudio y la certificación del mismo. Luego, estarán detalladas las estimaciones del consumo energético del inmueble. Otro dato importante es el color del borde la etiqueta. Si es verde, significa que el inmueble está terminado, mientras que si es naranja, demuestra que aún está en estado de construcción y desarrollo. A su vez, la etiqueta presenta un código BIDI, muy similar a un código QR, para acceder a la información total desde el móvil, utilizando la base de datos de cada comunidad autónoma, donde están los registros de los certificados energéticos.
Los niveles de la etiqueta son siempre siete, y están divididos tanto por colores como por letras, comenzando por la A en color verde, hasta la G en color rojo. Según el nivel de desempeño y consumo energético, el inmueble es clasificado en uno de los escalones. Son dos las medidas de la etiqueta de un inmueble. En primer lugar, el consumo de energía anual, que se mide en kW/m2. En segundo lugar, las emisiones anuales de dióxido de carbono, expresadas en kilogramo de dióxido de carbono dividido por metro cuadrado.
El consumo de energía resulta el elemento más importante de la etiqueta, ya que influye de manera fundamental en las facturas de luz que se deberán abonar. Se mide en la energía que necesita el inmueble para obtener un nivel estándar de confort. Esto incluye las instalaciones térmicas: calefacción, sistemas de refrigeración, agua caliente y ventilación. También se manifiestan otras características del lugar, como sus condiciones de aislamiento y el estado de las ventanas.
En segundo lugar están las emisiones de dióxido de carbono, las cuales van por fuera del consumo energético, ya que están provocadas por el tipo de energía que se utiliza. Por ejemplo, una vivienda con alta demanda energética puede tener igualmente emisiones bajas de CO2 si utiliza energías renovables, como puede ser la solar o la eólica.
El verdadero “precio” de un producto eficiente
Al momento de realizar la compra o alquiler de un inmueble, la lectura de un certificado energético resulta muy importante, y saber aprovechar esa información es fundamental. Es obligatorio que la etiqueta este presente, caso contrario se puede realizar el pedido del mismo. Si no se presenta, está la posibilidad de hacer una denuncia y que el dueño del lugar reciba alguna multa. Se pueden hacer dos tipos de interpretaciones, una de índole económica y una social.
Desde el punto de vista social, la etiqueta energética permite observar los niveles de dióxido de carbono que se emitirán a la atmósfera, y comprobar en qué lado se encuentra ese lugar. Si está del lado que busca combatir contra el deterioro ambiental e impulsar un cambio, o si solo se dedica a continuar empeorando el estado de la atmósfera con grandes emisiones de CO2. Si un inmueble tiene instalaciones que permiten el uso de energías renovables, puede ser un elemento clave en la elección personal al momento de comprar o alquilar un inmueble.
Desde el punto de vista económico, es importante observar con atención los datos de la etiqueta. Un alquiler que parece barato, puede llegar a resultar mucho más caro al largo plazo si su etiqueta de consumo energético es E o F, ya que se deberán abonar facturas de luz muy caras. También se puede dar el caso adverso, en el que una compra de inmueble parece de mucho valor, pero presenta una etiqueta de clase A, lo que significa que a la larga ira amortizando ese precio a través de facturas de luz baratas. También puede ocurrir que un lugar con un certificado energético de mala calidad, obligue a realizar arreglos o instalaciones nuevas (por ejemplo una fuga de energía) y termine incrementando su inversión muy por encima del valor inicial.
Si tomamos cifras básicas, el gasto de una vivienda estándar son 60€ al mes. Las tres primeras etiquetas mejoran ese valor, ya que la A está por debajo de los 35€, la B entre 35€ y 40€, y la C ya aumenta un poco más, entre 45€ y 55€. Luego están las etiquetas D y E, que marcan justo el promedio, debido a que sus facturas rondarían entre los 55€ y los 70€. Solo quedan los peores niveles de certificado energético: el F que entraría en el rango de 70€ y 80€, mientras que el G es el peor de todos, pagando más de 80€ mensuales. Hay que remarcar, una vez más, que se trata de valores estimativos, porque hay diversos factores que pueden modificar el gasto eléctrico de un inmueble, como cantidad de electrodomésticos, número de personas que vivan en el lugar, horas de uso de los aparatos, etc.
Posibles multas (sanciones)
Desde el año 2013, es obligatorio presentar una etiqueta de certificación energética antes de poner a la venta o alquilar un inmueble. A su vez, las nuevas construcciones también deben tenerlo. En caso contrario, se está incumpliendo la Ley y, por ello, será susceptible de ser multado por la infracción cometida. Dentro de listado de multas, se clasifican algunas leves y otras más graves. Las leves están entre 300 y 600 euros, e incluyen el ocultamiento de la etiqueta al momento de negociar, o el vencimiento de la misma, por nombrar dos ejemplos. La etiqueta tiene una duración de diez años y luego debe ser renovada. Las multas más graves ya van aumentando sus sumas, desde 600 hasta 6.000€. En esta categoría entra el no tener el certificado energético, o incluso haberlo falseado. Las multas que se reciban deberán ser abonadas por el dueño del inmueble.
Nuevo reglamento de etiquetas energéticas
Desde su creación en 1995, la eficiencia energética en electrodomésticos fue evolucionando y mejorando. Por eso nació la necesidad de crear nuevos escalones, los denominados A+, A++ y A+++. Sin embargo, esto comenzó a generar confusiones, ya que los productos que eran categorizados en la A no cumplían realmente con una eficiencia digna de esa letra, y se ocultaban posibles diferencias en rendimiento.
El 28 de julio de 2017, la Unión Europea aprobó el nuevo reglamento en el parlamento. Así el 1 de agosto de ese año entro en vigencia el Reglamento 2017/1369, el cual derogo la Directiva 2010/30/UE. Los puntos principales de esta nueva medida marcaban que se iba a mantener la escala desde la A como más eficiente, hasta la G como menos eficiente, pero eliminando las subcategorías de una misma letra, como las +, ++ y +++. Además, el nuevo etiquetado no iba a ser inmediato de un día para el otro, ni simultáneo en todos los productos, sino que se trata de un proceso progresivo, con fecha límite en agosto de 2030.
Analizando más a fondo esta legislación, se encuentran varios puntos importantes, entre ellos:
- Es un reglamento, no una directiva. Es un instrumento adecuado, que establece normas claras y detalladas de los pasos a seguir. Sin embargo, cada miembro debe revisar que no entre en conflicto con la legislación propia de cada país.
- Los vehículos no tendrán etiqueta energética. Son excluidos los transportes, tanto de personas como de mercancías, además de sistemas de transporte no desplazado, es decir, ascensores, escaleras mecánicas o cintas transportadoras.
- Son excluidos los productos de segunda mano, salvo aquellos que sean importados de un país externo.
- La clase A quedará reservada para los pocos productos que alcancen el máximo nivel de eficiencia energética actual. El objetivo es que quede casi vacía por los próximos diez años, y así evitar que los avances tecnológicos obliguen a generar nuevas categorías otra vez.
- Al ser un proceso progresivo, durante la transición, coexistirán ambas etiquetas en aquellos productos que estén realizando el cambio.
- La vigilancia de mercado y las autoridades responsables tendrán mayor control, para evitar negligencias y otros posibles inconvenientes.
- Se incorporará un código QR, para que los usuarios puedan escanearlo con el móvil y acceder a más información sobre el producto.
La responsabilidad mayor seguirá recayendo sobre los proveedores y distribuidores de los productos. Los primeros, son los encargados de aportar la etiqueta, con toda la información necesaria, mientras que los segundos están obligados a exhibirla junto al electrodoméstico en venta. Este es un punto importante, ya que un estudio MarketWatch realizado por 16 organizaciones civiles de la UE, demostraban que existían varios tipos de deficiencias en las etiquetas. Estos problemas incluían la falta de la etiqueta, una copia en blanco y negro, una escala modificada con valores extra, la etiqueta escondida dentro del producto, tapada por otros elementos o en la parte trasera del aparato. Los principales problemas estaban en las tiendas online, pero también en algunos negocios físicos. En el informe, se describía la falta de inspecciones y controles. Por lo tanto, es importante un control más riguroso, y en caso de ser necesario, que se llevan a cabo los castigos pertinentes.
Conclusión
Las etiquetas de eficiencia energética son una herramienta muy útil para los ciudadanos al momento de comprar electrodomésticos y también cuando se quiere comprar o alquilar un inmueble. Son fáciles de leer y permiten comparar la eficiencia de los distintos productos y edificios. Aprovechando esta información, se puede determinar que lo que parece caro, en realidad no lo es, ya que permite ahorrar a través de otros factores, como la factura de luz. A su vez, alquileres o compras que parecen baratas, pueden terminar saliendo mucho más caras a largo plazo por su nivel bajo de eficiencia energética, no solo por los propios recibos de la luz, sino por reparaciones o instalaciones que se deban hacer en el inmueble. Además, un nivel de eficiencia energética superior, también indica que se está mejorando la contaminación ambiental y siendo participe en la lucha contra el deterioro de la atmósfera y el medio ambiente en general.
La etiqueta de eficiencia energética es un elemento obligatorio, tanto por proveedores como por distribuidores de electrodomésticos, como para propietarios que quieran alquilar o vender sus inmuebles. En caso de no estar presentes, la persona tiene la potestad de realizar una denuncia, la cual será recibida y en respuesta, se aplicará una multa sobre el propietario involucrado.
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