El uso eficiente de la energía es una temática que tiene muchas aristas y elementos complejos. En un artículo anterior en este blog, profundizábamos respecto a la seriedad del problema que representa la edad del parque inmobiliario español en cuanto al impacto ambiental de su consumo de energía. Y si bien es cierto que hay muchas fuentes contaminantes que producen gases de invernadero y otras problemáticas medioambientales, no podemos omitir el impacto que representa nuestro uso cotidiano de la energía.
Realizar una evaluación del uso cotidiano que hacemos de la energía nos sirve para valorar el impacto negativo (o positivo) que pueden tener nuestras acciones cotidianas, y quizá a cambiar nuestros hábitos y nuestra forma de aproximarnos al uso de la energía.
Entendiendo que todos los elementos de la vida moderna implican uso de energía
Tomemos un día típico para una persona que reside en un país europeo o quizá en Estados Unidos o Canadá. Desde que se levanta, para satisfacer la gran mayoría de sus necesidades, utiliza elementos que han sido tocados por el proceso industrial. ¿Y cómo se producen las cosas en este tipo de producción? En una fábrica que:
- Consume electricidad en el hecho mismo de funcionar, y por lo tanto, tiene un impacto en la naturaleza derivado de la producción misma de la electricidad. Normalmente ello implica también una contaminación del agua utilizada en la producción de la energía (salvo en el caso del uso de energías renovables). Este primer uso de energía se va complementando con el uso cotidiano de energía para el funcionamiento de la maquinaria y para la producción misma de las materias primas.
- Representa uso de transporte
¿Cómo llegan los insumos? ¿Cómo se distribuyen los productos? Todo implica un uso de combustible para movilizar los productos.
¿Qué quiere decir? Que no importa el producto que usemos: desde nuestra ropa interior, hasta el aceite de oliva para el desayuno, todo ha sido producido consumiendo energía.
Desde que existe una mayor conciencia social e institucional por cambiar los hábitos de consumo, hay empresas que presentan como atributo ante el consumidor el hecho de producir con valores ecológicos más elevados. Por ejemplo, se usan circuitos cortos de producción para valerse menos del transporte, se utiliza material reciclado o reciclable para crear nuevos productos, se busca usar insumos agropecuarios que se recojan con respeto del medio ambiente, se realizan trabajos de eficiencia energética en fábricas y oficinas…
Si todo esto entra en el círculo de responsabilidad de empresas e instituciones oficiales, ¿dónde podemos ubicar la responsabilidad que tenemos nosotros día a día en nuestras elecciones de vida?
El poder del consumidor ante el consumo ineficiente de energía
Nuestra responsabilidad y la acción que podemos tener en este sentido reside en nuestro poder como consumidores. Analizar todas nuestras opciones de compra para satisfacer nuestras necesidades básicas y no tan básicas, es el arma más poderosa que tenemos para cambiar las cosas e inclinar la balanza al lado de la producción y el consumo ecológicamente responsable.
Comprar ropa y alimentos que hayan sido producidos con respeto al medio ambiente, usar muebles u otros insumos de segunda mano, son pequeñas decisiones que podemos tomar y que pueden disminuir significativamente la producción de dióxido de carbono que depende de nosotros. El simple hecho de comprar una mesa para nuestro salón comedor que ya haya sido utilizada previamente es un gran paso que dar para ir reduciendo el peso de nuestra existencia social en la naturaleza.
Otro impacto directo viene de lo que hay en nuestra mesa. Cuántas veces comemos carne a la semana o al día, si comemos o no frutas y verduras de temporada, si consumimos productos sobre procesados… todo ello se va reflejando en las emisiones de CO2 de las que somos directamente responsables.
Hay quien puede pensar que lo que hace una sola persona como consumidor puede no tener peso. Pero gota a gota se forma un océano. Las decisiones bien reflexionadas y responsables de muchas personas son las que generan a largo plazo un cambio. Un producto no comprado será a fin de cuentas un producto no fabricado. Como consumidores, tenemos más poder del que creemos y podemos usarlo con un objetivo de proteger el medio ambiente que tanto necesitamos para sobrevivir.
Empezar a hacer este tipo de cambios es tan sencillo como evaluar el tipo de productos que utilizamos en el día a día para limpiar nuestra casa, para ducharnos, comer, etcétera. Quizás parezcan elementos de nuestra vida cotidiana poco relacionados con el hecho de producir gases contaminantes como el dióxido de carbono, pero un análisis más cercano nos muestra que cada decisión de compra tiene un impacto en el medio ambiente.
El uso del coche y su impacto medioambiental
Hablábamos del transporte que siguen los productos que utilizamos diariamente para satisfacer nuestras necesidades, pero también está el transporte individual que realizamos para desplazarnos. Tomamos el coche para ir a comprar el pan, para ir al trabajo, para llevar a los niños al colegio, para ir de vacaciones. Y los automóviles, a pesar de que se han modernizado y se han ido ajustando a normativas (españolas y europeas) cada vez más exigentes, siguen siendo un elemento de producción de gases de efecto invernadero importante.
El enfoque por utilizar no sólo en la actualidad, sino también a futuro para poder seguir valiéndonos del confort y la comodidad que representa para el transporte terrestre el uso del automóvil, es la noción de eficiencia energética.
Poco importa si cambiamos absolutamente el uso de combustibles fósiles por energía eléctrica producida de forma limpia y poco contaminante, si los automóviles siguen siendo máquinas de consumir energía. El uso debe ser cada vez más eficiente, es decir, por cada unidad de combustible utilizado para movilizar a un coche, debe moverse más. Porque aun reduciendo el impacto contaminante de un automóvil en cuanto al CO2 que genera al momento de desplazarse, ello no garantiza una menor producción de gases contaminantes, pues toda energía tiene un costo ecológico determinado. Como en el hogar y la industria, la mejor solución a largo plazo no es la sustitución de unas fuentes energéticas por otras, sino el uso cada vez más eficiente de la energía.
En este video (en inglés) podemos ver cómo se cuestiona el simple hecho de cambiar los coches tradicionales que utilizan combustibles derivados del petróleo por autos eléctricos no es la solución única y unívoca al problema de contaminación ambiental y de desgaste de la naturaleza que representa el uso del automóvil.
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El hogar: sitio en que la eficiencia energética debe manifestarse en cada rincón
La contaminación que no proviene de la industria o de los grandes transportes (aviones, barcos trasatlánticos) nos compete a los particulares. Y ésta proviene de estos tres sitios: los productos que usamos, nuestros automóviles y nuestro propio hogar.
Es en este recinto en el que pasamos todas nuestras noches y nuestros momentos importantes en familia, y en el cual la noción de la eficiencia energética cobra aún más importancia.
Y es que en las casas es en el sitio en que debido a la producción de dos satisfactores modernos que hacen nuestra vida mucho más placentera, la producción de agua caliente sanitaria y la calefacción en invierno, tenemos un gran consumo de energía que además es constante.
Si a ello sumamos la iluminación y el uso de electrodomésticos, nos podemos percatar de que el uso de energía en un hogar es continua y elevada.
Nuestro modo de vida, occidental y contemporáneo, no nos permite renunciar a este uso de la energía, y es por ello por lo que la mejor solución es su uso eficiente.
Las mejores medidas para poder tener una mejor calificación energética y que se traduce en una eficiencia energética elevada y un uso optimizado de los recursos naturales son:
- Renovar nuestros electrodomésticos por unos más eficientes. Si bien ello puede parecer un gasto excesivo en una primera instancia, es una inversión que regresa como ahorro en las facturas de energía y que más allá de la energía gris empleada en su producción, representa una economía en desgaste ambiental considerable.
- Realizar una auditoría energética (independientemente de si necesitamos en el momento o no obtener el certificado de eficiencia energética para vender o alquilar nuestra vivienda), que nos indiquen los puentes de fuga térmica y las necesidades de mejoras en la envolvente que puedan requerirse para mejorar significativamente la eficiencia energética del inmueble.
- Una vez conociendo los requerimientos concretos del inmueble, emprender ciertos trabajos clave que pueden hacer que el uso de la energía sea cada vez más óptimo y eficiente. Entre estas reformas las más relevantes son: el aislamiento térmico, el cambio de puertas y ventanas y el aprovechamiento mayor de la luz del sol.
- Cambiar los focos, eliminando los focos incandescentes.
- Tener reflejos de ahorro de energía que pueden complementar bastante bien los trabajos en pro de la eficiencia energética.
La reflexión profunda sobre nuestros hábitos en el hogar, en la vida cotidiana y en el momento de utilizar cualquier medio de transporte puede implicar un cambio muy importante en la producción que como individuos hacemos de dióxido de carbono y en la huella de carbono en general que producimos en el planeta.
En estos sitios es posible realizar un cálculo de nuestra huella de carbono y de nuestras emisiones de dióxido de carbono para poder avanzar en esta toma de consciencia tan necesaria para la modificación de hábitos de cara a un respeto mayor por la naturaleza.
No podemos seguir pensando que elementos como la obtención del certificado de eficiencia energética son sólo trámites costosos, o que la responsabilidad del nivel de desgaste de la naturaleza sólo le compete a la industria y al gobierno.
Nuestra casa, nuestro auto e incluso la comida que ponemos en nuestro plato, también inciden cotidianamente en la emisión de gases contaminantes y en la degradación de nuestro entorno natural.
Desde sitios web como certificadodeeficienciaenergetica.com colaboramos enriqueciendo la discusión y proporcionando información que pueda ayudar a los ciudadanos a realizar mejores elecciones en cuando a cómo consumir y cómo evaluar el funcionamiento de nuestro hogar y nuestro automóvil de cara a la necesidad de una auténtica eficiencia energética.
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