Las concepciones y nociones que atañen al equilibrio entre desarrollo económico, humano y relación con el medio ambiente cambian, se ajustan y van siendo más responsivas a lo que la sociedad y la propia naturaleza exigen.
A principios de este año 2017, la NASA ha publicado análisis que muestran que por tercer año consecutivo, el año 2016 ha registrado las temperaturas más altas desde que se llevan récords al respecto. Este solo hecho levanta el nivel de alerta hacia nuestro modo de vida, hacia cómo el uso y abuso que hacemos de los recursos naturales, la forma tan intensa en que nos aprovechamos de combustibles fósiles, nuestros hábitos de consumo, nuestra forma de transportarnos y de entender la vida en esta segunda década del siglo XXI.
Ante todo ello, el concepto de ciudad inteligente (Smart City en inglés) también va evolucionando, adaptándose a las demandas y cambios vertiginosos de la sociedad actual. Tan es así que la propia noción de ciudad inteligente está adquiriendo cada vez más importancia y relevancia tanto para académicos como para quienes diseñan políticas a implementar desde la administración pública. A pesar de ello, aún existe cierta confusión respecto al propio concepto de ciudad inteligente y hay términos semejantes que se usan de forma intercambiable cuando no se refieren exactamente a lo mismo. El concepto en sí debe englobar e identificar los elementos que deben constituir a una ciudad inteligente, sus características y su desempeño en comparación con las ciudades «tradicionales».
¿Por qué las ciudades?
Si queremos desglosar la importancia contemporánea de la noción de ciudad inteligente es preciso entender, para empezar, porqué hablamos de ciudades.
Entender la actualidad y cambios en el concepto de ciudades inteligentes es comprender por qué se habla de ciudades, por qué las ciudades son elementos centrales en el futuro. Y es que las ciudades juegan un papel muy importante, sino es que primordial a escala global en términos económicos, y por ello, tienen un gran impacto en el medio ambiente. Desde el año 2008, más de la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas, y las previsiones indican que para el año 2050, este porcentaje se elevará a un setenta por ciento. En cuestión netamente europea, ya estamos en un punto en que tres cuartas partes de la población viven en áreas urbanas, y el porcentaje no deja de escalar. Es por todas estas razones que es preciso reflexionar que la mayoría de los recursos que consume la humanidad se consumen en las ciudades, y ello contribuye a su preminencia económica, pero también a su pobre desempeño energético y ambiental. Las ciudades consumen cerca del ochenta por ciento de la energía que utiliza la sociedad mundial y son responsables de un alto porcentaje de las emisiones contaminantes y de gases de invernadero. El metabolismo de una ciudad, por definición, es consumir recursos externos y generar desechos y basura. Es por ello que la promoción de la sostenibilidad es tan importante en el marco urbano. Esta sostenibilidad no sólo busca un mejor uso de los recursos, sino que posee un objetivo teleológicamente humanista: sostiene que las ciudades deben responder a las necesidades de las personas, siempre buscando usar para ello soluciones sostenibles en todos los aspectos: social, económico y natural.
El escenario actual exige a las grandes ciudades encontrar formas de manejar y proponer soluciones a todos los nuevos desafíos que surgen respecto al ambiente y al confort de vida de sus habitantes. En un momento en el que movilizarse en y hacia una gran aglomeración urbana en automóvil es casi una odisea, por ejemplo, el desarrollo de medios de transporte adecuados, energéticamente eficientes, efectivos y cómodos puede ser elemental en el desarrollo de una ciudad (aunque no tenga la etiqueta de «inteligente»).
Antes de avanzar a analizar los nuevos desafíos de estas ciudades que buscan llegar a ser inteligentes, podemos retomar el concepto de Lazaroiu y Roscia (2012), que es muy sencillo de retener: una ciudad inteligente es aquella comunidad con un desarrollo tecnológico estándar, interconectada y sostenible, cómoda atractiva y segura. Tan fácil y tan difícil a la vez.
Nuevos conceptos, nuevos desafíos
El cambio climático, los cambios en la realidad sociopolítica y económica a escala global, la evolución tecnológica, los problemas migratorios, entre otras muchas problemáticas, ponen el acento en la necesidad de cambiar la forma de entender, crear, diseñar y mantener las ciudades inteligentes. Distintos estudios buscan prever cuáles son, en el corto y mediano plazo, los escenarios y desafíos enfrentados por este enfoque de desarrollo urbano y cuáles son los elementos en que hay que poner más énfasis al redefinir estrategias:
- Digitización.
- Transporte.
- Soluciones energéticas.
- Edificios, construcción e infraestructura.
- Redes inalámbricas avanzadas.
- Redes sensibles.
- Redes ICT.
- Ciberseguridad.
- Servicios sociales, gubernamentales y civiles.
- Servicios de salud.
- Recursos para el comercio.
- Servicios de emergencia.
- Comunidades aisladas.
- Manejo de agua y de residuos.
- Soluciones adaptadas al clima local.
- Herramientas de análisis y manejo de datos.
Barcelona, ¿qué elementos necesita para mantenerse y mejorar como ciudad inteligente?
Partiendo del hecho de que hacer a una ciudad inteligente mejora las posibles soluciones a estos centros urbanos que concentran una gran parte de la población mundial, y que gracias a la tecnología y la información se pueden lograr mejorar los ítems que ya hemos enumerado. Si la creación de una ciudad inteligente es un paso fundamental en mantenerla eficiente, reducir sus costos y su consumo de recursos, está bien plantearnos si nuestras ciudades españolas están avanzando o retrocediendo en esta búsqueda de estándares de calidad, economía y confort.
Particularmente Barcelona ya ha sido considerada como la ciudad más «inteligente» del planeta… ¿en qué condiciones se encuentra ahora?
Desde el año 2012 Barcelona ha sido votada por distintas comisiones internacionales como una de las ciudades más inteligentes del mundo. Debido a que España fue uno de los países que más resintieron la crisis del año 2008, y a que la recuperación europea en su totalidad ha sido lenta y paulatina, Barcelona, su población y su administración tomaron la oportunidad para «atacar» los elementos de tecnología y transformar la ciudad por completo, para llegar a transformarla en un modelo en la implementación de sistemas urbanos, el uso de información cibernética y los sistemas urbanos sensibles. Esta plataforma de innovación tecnológica, dirigida institucionalmente pero reforzada a escala legislativa y empresarial, integró algunos proyectos ya existentes e identificó una gran cantidad de nuevas oportunidades, fundamentando todos los trabajos a realizar en doce pilares fundamentales, entre los que están algunos elementos que ya hemos mencionado como el transporte, el manejo del agua, la energía, los desperdicios y basura, pero también una apertura gubernamental y el aprovechamiento intensivo de las redes de fibra óptica de la ciudad. Esta red es la que provee la cobertura en internet de alta velocidad y también es la piedra de fundación para el programa de integración digital de la ciudad.
En cuanto al transporte, se ha perseguido una estrategia multimodal que favorece el uso de autos eléctricos y autos mixtos, así como el uso de bicicletas y una mejora significativa en la estructura de estacionamientos y rutas de autobús y transporte. Hay propuestas para incorporar cada vez más aplicaciones móviles y otras estrategias digitales para mejorar este servicio. Estas aplicaciones, combinadas con sensores en el asfalto, dirigen a los automovilistas a los espacios libres de estacionamiento para reducir los congestionamientos y disminuir la contaminación. Estos ejemplos sólo ayudan a mostrar hasta qué punto la ciudad de Barcelona está comprometida con el uso intensivo de redes de comunicación para mantenerse como una ciudad de punta en cuanto al logro de los objetivos de las ciudades inteligentes.
Más allá de ciudad inteligente, comunidad inteligente
Y ¿qué hay más allá de las ciudades inteligentes? Una vez que una ciudad como Barcelona se compromete en la ruta de una ciudad inteligente, aún hay más medidas a tomar, más cambios y mejoras una profunda reevaluación de prioridades y un camino a seguir para lograr una comunidad ecológicamente y humanamente comprometida. El siguiente paso es lograr una comunidad inteligente. Este tipo de comunidades son aquellas que han comprendido los retos de la economía actual y dado pasos conscientes para crear una economía sólida capaz de prosperar en este entorno.
La economía contemporánea supone sin duda un reto dificilísimo para cualquier ciudad, pero también ofrece una gran cantidad de herramientas competitivas y poderosas no sólo a escala administrativa y gubernamental, sino también y sobre todo a escala individual, micro y pequeños negocios, instituciones y gobiernos locales pueden acceder a todo este conjunto de recursos que les permiten conectarse a nivel global y local.
Si los proyectos de una ciudad inteligente hacían a las ciudades funcionar mejor, aplicando información y tecnología para monitorear, medir y controlar los procesos urbanos, era para que las ciudades inteligentes ahorrasen recursos, siendo eficientes y entregando cada vez mejores servicios a los contribuyentes. Las comunidades inteligentes, por su parte buscan simplemente mejores ciudades, grandes o pequeñas, totalmente urbanas o semi rurales, en que los ciudadanos y empleadores prosperen en una economía liberal e intensiva. Para ello, adaptan tecnología pero no la hacen su objetivo primordial, sino que diseñan soluciones inteligentes basadas en las necesidades de la comunidad y que atiendan a los problemas más urgentes. Para ello, evidentemente retoman la red de tecnología e infraestructura que las hace competitivas, pero no pierden de vista el objetivo humano.
Barcelona, además de ser una ciudad inteligente, ¿puede ser una comunidad inteligente?
Pequeños pasos, grandes consecuencias
Seguramente sí. Barcelona lleva más de cinco años entre las cinco ciudades más “inteligentes” del planeta y puede sin duda convertirse en una comunidad inteligente aplicando algunos puntos de esfuerzo extras y con la colaboración comprometida de su ciudadanía.
En todos los aspectos la participación ciudadana y las pequeñas decisiones cotidianas son de una gran importancia, sin ellas, las acciones gubernamentales, institucionales y empresariales caen en el vacío.
En cuanto a residuos, manejo del agua, transporte y eficiencia energética, es imposible para cualquier ciudad avanzar si los ciudadanos no se comprometen en coadyuvar y participar a fondo en cada iniciativa.
Por ello no resulta en ningún sentido extraño que en Barcelona la eficiencia energética se haya tomado en serio y la certificación energética haya provocado una gran respuesta por parte del sector especializado de la construcción y la supervisión de la construcción. Sólo basta recorrer un sitio de comparación de servicios de auditoría y certificación energética para percatarnos de la gran cantidad de personal capacitado, información, servicios, ofertas y datos al respecto. Una comunidad inteligente no existe sin la participación activa de su comunidad. Y si bien en un primer momento la temática de poner acento en la certificación energética para promover una eficiencia energética sin precedente en Barcelona fue visto con sospechas por parte de la población, que veía todo esto como un trámite más, un engorro más, un gasto más. Hoy día, las cosas son diferentes y hay un compromiso creciente de la población que entiende que cada pequeño paso tiene grandes consecuencias, como en la metáfora del efecto mariposa. Si yo, ciudadano, pongo mi grano de arena, las medidas tomadas en los altos niveles, tendrán un mayor impacto en mi propio favor y el de las futuras generaciones. Y algo tan sencillo como tomar un par de las recomendaciones que da un certificador energético, es una pieza infaltable en el rompecabezas de la construcción de una comunidad auténticamente inteligente.
Fuente bibliográfica consultada:
- Lombardi, S. Giordano, H. Farouh, and W. Yousef, “Modelling the Smart City Performance,” Innovation: The European Journal of Social Science Research 25: 2 (2012)
Más información sobre la actualidad de las ciudades inteligentes en el sitio oficial del Congreso 2017: Smart Cities Summit 2017
Deja tu comentario