La energía gris y su relación con la eficiencia energética
La reflexión colectiva sobre el uso de la energía ha avanzado de forma drástica y significativa en los últimos años. Las personas, las empresas, las instituciones… todos los actores sociales se involucran cada vez más en la protección del medio ambiente vía un uso más razonado y eficaz de la energía. Medidas como la obligatoriedad del certificado de eficiencia energética representan un avance en la forma en que la sociedad realiza su consumo de energía. Aun así, hay muchos factores en el mercado y mundo del consumo de energía que permanecen parcialmente en la sombra y que no tomamos en cuenta al momento de tomar decisiones que beneficien no sólo a nuestro bolsillo sino también al medio ambiente. Uno de estos factores es la denominada energía gris, un elemento que no es evidente pero que incrementa significativamente la huella de carbono de una comunidad, un país o una familia. ¿Qué es la energía gris? Se denomina energía gris a la energía "oculta" en un producto, es decir, la energía que se utilizó en todo el proceso (completo, de principio a fin contando las materias primas) de producción del mismo. En Europa, el promedio es que los electrodomésticos consumen dos veces más energía gris que energía directa. Y a pesar de este impacto tan significativo de la energía que se consumió al producir todos los dispositivos que compramos en su factura energética final, es muy poco lo que conocemos como consumidores de este concepto. Existen ciertos mitos e ideas erróneas que giran en torno a esa energía escondida tras cada uno de los electrodomésticos y dispositivos eléctricos que compramos. Un ejemplo clásico lo constituyen los automóviles. Muchas personas tienen la errónea creencia de que un auto [...]