¿Se acabará la dependencia energética hacia los hidrocarburos?
Hablar de consumo energético es sin duda alguna hablar de combustibles fósiles. Desde el principio de la era industrial, con sus comodidades sociales y su producción masiva, la fuente primordial de energía para alimentar el motor de la vida moderna, ha provenido de los combustibles fósiles: carbón, petróleo y sus derivados. Es difícil imaginar la forma de vida contemporánea, la manera en que nuestra sociedad produce sus necesidades esenciales sin el consumo de petróleo y otros combustibles fósiles. El nacimiento de la máquina de vapor estuvo íntimamente ligado al uso del carbón como combustible, y la tecnología actual para la producción de electricidad es sobre todo dependiente del petróleo o sus derivados. El gas natural aparece recientemente como la más novedosa de estas fuentes de energía que siguen dependiendo de su combustión para generar energía, ya sea movilizando automóviles y otros medios de transporte, o produciendo electricidad. Sin embargo, la conciencia mundial e incluso algunas razones económicas empiezan a dejar ver que hay alternativas posibles y viables, y que quizás esta dependencia moderna y contemporánea hacia los hidrocarburos y sus derivados no sean tan “eternas” como parecían. Y que una crisis energética a gran escala conforme este tipo de insumos energéticos vayan haciéndose más escasos quizá no se presente. Los esfuerzos en pro de la eficiencia energética y el uso de energías limpias y renovables están cambiando no sólo a la sociedad, sino también a las altas esferas económico-tecnológicas, rediseñando y redibujando el panorama energético mundial. Idealmente, estamos en un momento a escala global (a pesar de las grandes diferencias de aproximación tecnológica y disponibilidad de recursos entre países de diversas latitudes) en que vivimos el punto más alto de consumo energético de combustibles fósiles. [...]