La evolución de la eficiencia energética

escrito por IK INGENIERÍA

La misma situación que está viviendo en estos momentos la eficiencia energética en la edificación, la experimentó en su momento el mercado del electrodoméstico. Hace 10 años, cuando comenzaron a comercializarse los primeros aparatos con su correspondiente calificación energética, el cliente no percibía los beneficios que un aparato certificado le iba a suponer en cuanto a ahorro energético a medio plazo, respecto de adquirir otro más barato pero no eficiente y, por tanto, más contaminante.

Por ello, dada la escasa importancia que se le daba al aspecto ambiental y energético, la gran mayoría de aparatos tenían en los comienzos una calificación energética D o E. Hoy día, 10 años después, el cliente está ya sensibilizado con el aspecto ambiental de los aparatos y es muy raro encontrar un electrodoméstico que no posea categoría A o superior (las más eficientes).

Previsiblemente, lo mismo sucederá en el mercado inmobiliario. Quién lo perciba ahora como un “mero trámite”, se dará cuenta en un futuro cercano que el mercado evoluciona y que el público acaba entendiendo que la mejor calificación energética equivale a un bien de mejor calidad, además del ahorro asociado al mismo del que se beneficia el usuario/a.

Por todo ello, la opción inteligente y estratégica es apostar ahora por un trabajo bien hecho con el que se obtenga la mayor calificación energética posible, y anticiparse así para lo que vendrá después. De hecho, la Directiva EPBD (Energy Performance of Buildings Directive) del Parlamento Europeo aprobada en 2010, ya señala que los nuevos edificios a partir de este año deben tener un consumo de energía casi nulo y, por ello, desde Europa se está instando a las administraciones a que rehabiliten su parque inmobiliario y cumplan con requisitos más estrictos. Previsiblemente,  estas medidas también se extrapolarán a edificaciones particulares con bajas calificaciones energéticas.

La certificación como avance, no como trámite

Tal vez en España lo que ha fallado, como ha ocurrido en otras ocasiones, es que no se han comunicado bien, ni a la sociedad en general ni al público implicado en este proceso en  particular, los objetivos que se persiguen con esta medida. Beneficios que son positivos para la calidad de vida de todos los ciudadanos (protección ambiental, reducción de contaminación, calidad del aire, etc.) y también para el país de forma global (ahorro energético, menor dependencia importaciones, etc.).

Además, esta medida no es algo nuevo que aplique solo a España. La certificación energética de edificios es una consecuencia de las directivas europeas 2010/31/CE y 2002/91/CE. Esto quiere decir que es una obligación que llega desde Europa y que lleva ya tiempo funcionando en muchos países europeos. En Italia (desde el 1 de Julio de 2009 ) o Francia (desde el 1 de Enero de 2011), las inmobiliarias tienen las etiquetas en la publicidad de cada uno de los pisos o casas que venden.

El principal motivo de promover estas medidas: Europa consume el 25% de la energía en climatizar los edificios, energía que hay que importar en forma de gas, petróleo, lo que deriva en unos costes altísimos que se quieren intentar reducir. Además, obviamente, de la clara aportación al bienestar medioambiental del planeta que conseguimos fomentando entre todos un desarrollo sostenible.

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