Estrategias pasivas de diseño arquitectónico: Muro Trombe
Asiduamente relacionamos ahorro y eficiencia energética exclusivamente con sistemas tecnológicos punteros, así como con caras y complejas soluciones constructivas; no obstante, existen alternativas de envolvente energética tradicionales que aportan rendimientos muy interesantes, como es el caso del Muro Trombe, que presenta un excelente rendimiento en invierno.
Esta tipología constructiva multicapa se basa en el principio del efecto invernadero, constando de un cerramiento exterior de vidrio, una cámara de aire y un cerramiento vertical de gran espesor y densidad. La radiación solar electromagnética, compuesta por luz y calor, presenta una longitud de onda corta, de entre 2.000 y 3.000 nm, por lo que es capaz de penetrar el vidrio con facilidad y calentar el cerramiento vertical interior. Una vez éste absorbe dicho calor, lo re-irradia, pero con una longitud de onda mucho más larga, que es incapaz de atravesar el vidrio, por lo que dicho calor queda confinado en la cámara de aire.
Aprovechando el efecto invernadero durante el día y habilitando trampillas tanto en la zona inferior como en la superior del muro, conseguimos un flujo continuo de aire, que proviene del espacio habitable, penetra a través de la trampilla inferior, es calentado al discurrir a través de la cámara de aire, y asciende al reducirse su densidad, y retorna al espacio habitable a mayor temperatura, acondicionando el interior del edificio. Al llegar la noche, cerrando las trampillas inferiores y superiores se consigue un colchón térmico compuesto por el aire existente en la cámara, y aprovechando la capacidad térmica por unidad de volumen e inercia térmica del muro pesado, se recibe la radiación absorbida durante el día, manteniendo la temperatura del espacio interior hasta el día siguiente. El efecto puede ser aún mayor si optamos por un muro de tonalidad oscura, ya que su absortividad sería mucho mayor, mientras que su emisividad, esto es, su capacidad de desprender calor por unidad de tiempo, seguirá siendo la misma.
Llegado el verano, bastará con romper la estanqueidad de la cámara de aire, permitiendo al flujo de aire exterior generar un recorrido ascendente, disipando el calor absorbido por la envolvente pesada.
Cada vez es más frecuente ver cómo los arquitectos dejamos en manos de la tecnología cuestiones que en realidad son consecuencia de un inadecuado diseño, en ocasiones alardeando del empleo de sistemas vanguardistas. No debemos olvidar que la arquitectura es mucho más que eso; una respuesta que liga programa, espacio y técnica, y sólo de una adecuada combinación de esos tres conceptos es posible generar una buena arquitectura. Un diseño arquitectónico que además de ofrecer una respuesta eficaz al programa a través de espacios adaptados al mismo, incorpore estrategias pasivas de acondicionamiento ambiental, aportará un valor añadido al proyecto, a la vez que un claro abaratamiento de los costes energéticos del edificio, durante toda su vida útil; sin duda, un hecho que será determinante para los futuros usuarios del mismo.