Desmontando razones para no realizar el C.E.E. de inmuebles
Sí bien es cierto que la mayoría de los ciudadanos de a pie conocen la obligatoriedad de certificar energéticamente los inmuebles para su venta o alquiler, existen varias razones que frenan a una parte de ellos a hacerlo. A continuación, vamos a desgranarlos y a justificar por qué no son válidos.
En primer lugar, existe la percepción de que, sobretodo en alquileres, es más difícil ser "pescado" operando sin certificado. Aunque sea medianamente cierto en nuestro país por la falta de control, ello no impide que el propietario sea sancionado, ni que el inquilino o comprador acaben denunciando el caso ante las autoridades al detectarlo, ya que los principales perjudicados son los usuarios del inmueble.
En segundo lugar, se está instaurando el temor generalizado a recibir la calificación de eficiencia energética más baja, o sea, la "G", y en consecuencia, verse o mejor dicho, sentirse obligado a tomar medidas urgentes de mejora de la eficiencia. Primeramente, cabe decir que el certificado de eficiencia energética (en adelante, C.E.E.) es un documento informativo. Para nada implica un requerimiento legal. Además, también conviene recordar que España es un país con un clima bastante benigno, y ello hace que esta calificación sea bastante habitual, ya que las edificaciones presentan pobreza de soluciones de aislamiento. En términos coloquiales, podríamos "desdramatizar" bastante esa "G".
En último lugar, también me gustaría mencionar la errónea visión que tienen muchos propietarios de que el C.E.E. es un invento "saca-dineros" molesto de la Administración, o un obstáculo burocrático más para el ciudadano, cuando es, en realidad, una herramienta muy potente tanto para el propietario como para el futuro inquilino o comprador, ya que permite elegir mejor el inmueble destino y, en un futuro a medio plazo, tanto ahorrar dinero en conseguir confort térmico como alcanzar una mejor calidad de vida.
Por todo lo mencionado, los profesionales y autoridades competentes debemos hacer pedagogía de la certificación energética de inmuebles entre el grueso de la población y conseguir normalizar su implantación a nivel nacional, ya que en gran parte del resto de Europa está vigente y consolidado desde hace años. Es posible, y lo demuestra el hecho de que en electrodomésticos se ha instaurado el modelo de eficiencia energética con total facilidad y diligencia.