Cuál es el precio del certificado energético?

escrito por TasaValora

Algunas entidades bancarias y grandes empresas están contactando con expertos en certificación energética habilitados legalmente  para que a su cartera de inmuebles embargados les presten este servicio a cambio de una ridícula contraprestación económica  (menos de 100 € por certificado). En otras plataformas se alientan las subastas a la baja hasta precios irrisorios, o hasta se hacen certificados “online”.

Volviendo a temas serios: obviamente, parece difícil que con ciertos precios o métodos se pueda prestar un verdadero servicio de calidad. Se puede entender que un mayor volumen de pedidos derive en un abaratamiento del coste unitario de estos servicios, pero todo debiera tener unos límites.

Por desgracia, a esta realidad implacable, se añade que los sectores inmobiliario y de la construcción en su conjunto vienen sufriendo desde hace años una competencia desleal y un intrusismo profesional descabellado, que también han resultado en una abaratamiento irreal, imprudente y absolutamente irresponsable del coste de los servicios que presta.

Confío en que esta vez no sea otra oportunidad perdida para el sector, que está sediento de actividad, necesitadísimo de impulsos que lo reactiven, y que ya ha sufrido un ajuste escandaloso en lo que llevamos de crisis.

¿UN PRECIO RAZONABLE?

Dicho esto, entonces: ¿qué precios aproximados podemos considerar válidos para la emisión de una certificación energética? Esta pregunta  está generando controversias y opiniones diversas, supongo que hasta que se encuentre un punto de equilibrio.

La única referencia real es la que tenemos de países de nuestro entorno, donde oscila entre los 200 € y los 500 € de países como Alemania, si bien los honorarios, como en tantas otras profesiones, son libres. Y hablamos siempre de una vivienda estándar.

El proceso de una certificación energética es una labor compleja que comporta, al menos, una o más visitas de inspección al inmueble, toma de fotos del exterior e interior, toma de datos de campo y medición detallada, levantamiento de plano para cuantificar parámetros físicos, recopilación de datos administrativos y catastrales, estimación de los materiales componentes, (fachadas, cerramientos, carpinterías espesores…), introducción y procesamiento de esos datos en el programa informático oficialmente reconocidos, definición y valoración técnica de las distintas hipótesis de mejora, y finalmente, emisión del informe que asigna una determinada etiqueta energética, con proposición de alternativas para la mejora en uno o dos grados, así como su valoración económica.

A lo anterior personalmente creo que es recomendable añadirle el visado o certificado profesional del Colegio Profesional correspondiente, como garantía de la calidad del trabajo realizado (opcional) y de qué éste ha sido realizado por técnico competente en la materia y no por cualquier, digamos, “oportunista”.

Es fácil entender que se requiere de unos conocimientos expertos y una formación adecuada para realizar todas esas labores, y que un certificado energético emitido por un precio ridículo obviará muchos de esos pasos.

Lógicamente, el precio además variará en función de muchos parámetros, si es una vivienda, un inmueble completo, su ubicación, su dificultad, los costes de desplazamiento del técnico, de visado, de registro, etc…

En muchas ocasiones es difícil una buena toma de datos, porque no exista constancia documental alguna del edificio, de su estructura, ni de sus reparaciones, ni documentación técnica de las máquinas y equipos, ni planos… por eso me reafirmo en qué la visita al inmueble no es un mero trámite más, más bien todo lo contrario, es la piedra angular del procedimiento, y nunca debería hacerla una persona sin los conocimientos y el ojo clínico necesarios.

Lo anterior lógicamente encarece el trabajo, pues a un buen técnico le llevará muchas más horas conseguir los datos necesarios para hacer una buena certificación.

MÁS ALLÁ DE LA NOTA

Aunque el precio de cualquier servicio siempre es el protagonista de cualquier conversación de café que se precie, a mi juicio debiera hacerse aún más hincapié en que las medidas de mejora que se recomiendan en el informe realmente se amortizan en un plazo de tiempo muy razonable, y a partir de ese momento, se está ahorrando dinero todos los meses, pues se reducen las facturas considerablemente, independientemente de las distintas sensibilidades que se tengan sobre la sostenibilidad medioambiental.

Es decir, lo valioso e importante no es en sí el coste puntual del certificado energético –que, por ejemplo, para una comunidad de propietarios es despreciable respecto a lo que pagan mensualmente por suministros- sino la información y valiosas conclusiones que contiene.

A modo de ejemplo, algunas medidas habituales a tomar pudieran ser la mejora de los aislamientos y ventilaciones de cubiertas y cerramientos, o la sustitución de las calderas antiguas por otras de alto rendimiento

Sin embargo, hay medidas pasivas tan sencillas como colocar toldos que en determinadas ocasiones pueden marcar la diferencia.

En este sentido, recuerdo que en la última edición del Solar Decathlon en Madrid, a la que acudí, me llevé una grata sorpresa al comprobar como los estudiantes de todos los países se las ingenian para encontrar soluciones de diseño eficientes, pasivas, sencillas y económicas: una de las que más me llamó la atención y que tuvo más éxito fue la propuesta del equipo andaluz, que aprovechaba el mismo efecto que mantiene el agua fría dentro de un “botijo” cerámico, para crear un ambiente más fresco en el interior de su vivienda.

Por lo tanto, hay que quitarse de la cabeza el prejuicio de que las medidas a tomar son necesariamente muy costosas.

Nunca hay que minusvalorar el ingenio y la innovación, hay que estudiar caso por caso, evitando dejarse llevar por tópicos, rutinas, consideraciones típicas, medidas estándar o por defecto, etc,  pues lo que funciona bien en un edificio no tiene porqué servir en otro. De ahí la necesidad de contar con verdaderos profesionales expertos, actualizados y despiertos.

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