Certificando costumbres
Uno de los inconvenientes de la Certificación Energética de Edificios consiste en la imposibilidad de incluir en los programas de certificación las costumbres.
Resido en Sevilla y desde tiempos inmemoriales, las viviendas de mi ciudad no han tenido instalados sistemas de climatización, sin embargo nos sorprenderíamos al entrar en una de esas viviendas en el mes de Julio y comprobar que los criterios de confort establecidos en el Real Decreto sobre la Certificación Energética de Edificios son los adecuados sin necesidad de recurrir a sistemas de climatización de alta eficiencia.
Las razones las encontramos en las costumbres populares que se han tenido que adaptar a la climatoligía del lugar, luchando contra las altas temperaturas que solemos tener en la época estival.
A continuación citaré varios ejemplos de los que solemos encontrar en Sevilla.
En el Callejón del Agua, en pleno casco histórico, encontramos una vivienda con un patio central lleno de macetas, que el propietario de la misma se encarga de regar cada tarde. La vivienda tiene una reja de entrada que siempre está abierta, con lo que consigue un sistema de ventilación natural en el que el aire entra por la puerta principal y sube hasta el patio, refrescando las estancias de las plantas superiores. Es un ejemplo típico en el que no es necesaria la instalación de climatización, pero que sin embargo es muy probable que obtuviera una calificación muy baja por ello.
Otro caso lo vemos si miramos una fachada de un bloque de edificios orientada hacia el oeste. A media tarde no veremos ni una sola ventana con la persiana levantada, sin embargo otra vez, en los programas aceptados por el Ministerio de Industria no es posible incluir este tipo de costumbres.
Un sistema muy utilizado en los edificios sevillanos es la ventilación cruzada a favor de los vientos dominantes, en este caso oeste-este. Con este sistema se consigue tener la vivienda ventilada, mejorando el confort interior. De nuevo no podemos incluir esta posibilidad en los cálculos de eficiencia energética.
Espero que con el tiempo, los programas vayan mejorando sus versiones para que haya cierta flexibilidad, con la correspondiente justificación, mejorando las calificiaciones energéticas de edificios que siempre han tenido un confort adecuado.
Moisés Moya Sánchez