La calidad del Certificado de Eficiencia Energética

escrito por ECOINGENIUM SL

La entrada en vigor el pasado 1 de junio de la obligatoriedad de obtener el Certificado de Eficiencia Energética para todo bien inmueble que se venda o alquile en España, ha supuesto, además de un paso adelante hacia la sostenibilidad en la edificación, una oportunidad de trabajo en un ámbito laboral con una fuerte demanda de profesionales en estos momentos. A esta oportunidad se están sumando en los últimos meses tal cantidad de técnicos/as, que el proceso de búsqueda de un profesional competente para la certificación energética puede resultar abrumador. Cualquiera que haya intentado realizar esta búsqueda vía online, por ejemplo, sabrá de qué estamos hablando.

Y es que el Real Decreto 235/2013 (de 5 de abril), no es que haya sido precisamente exigente ni concreto a la hora de definir las aptitudes y experiencia profesional de los técnicos/as que pueden realizar esta actividad. Según el R.D, un técnico competente para suscribir los certificados energéticos puede ser cualquier persona en posesión de alguna de las siguientes titulaciones: arquitectos, aparejadores e ingenieros, dejando también la puerta abierta a “otros técnicos”, cuya cualificación profesional  sea un título de formación profesional que no directamente tiene porqué estar relacionado con el proceso edificatorio (figura del “Técnico ayudante del proceso de certificación energética de edificios”).

Por ello, tal y como recomienda el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, del  Ministerio de Industria, Energía y Turismo), lo primero que hay que hacer antes de contratar ningún servicio, es contrastar la experiencia que posee el técnico/a o empresa en cuestión en este sector. Como en cualquier otra actividad, la profesionalidad y experiencia incidirán directamente en la calidad de los resultados que obtengamos después.

¿Certificado simplificado o certificado bien hecho?, ¿Calidad o precio?

En un principio, la capacidad del sistema informático de certificación de disponer de unos consumos por defecto basados en datos estadísticos, se consideraba positivo para agilizar la certificación de aquellos inmuebles en que se disponían de pocos datos. Pero este tipo de certificación  se ha vuelto en contra de la calidad de las certificaciones.

Bien por falta de formación de los técnicos en la toma de datos, o bien por la alta competencia existente que está reduciendo el precio de las certificaciones al máximo (incluso por debajo del coste real de estos trabajos). Y esa capacidad, a priori positiva, está fomentando la obtención del “papel” a precio de saldo, con la única finalidad de pasar el trámite administrativo y cumplir con la legislación. Un grave error para el dueño del inmueble.

Obtener el certificado mediante el procedimiento por defecto no suele incluir visita a las instalaciones y se emplean cálculos genéricos y valores por defecto. Esto da resultados mucho más imprecisos, y generalmente, se obtiene una calificación baja (G o F) en la eficiencia energética del inmueble. Esta calificación baja no concuerda con la realidad, perdiendo el  certificado energético su razón de ser.

Por el contrario, si el trabajo se realiza a través de un técnico/a cualificado/a, éste no solo se limita a firmar el certificado realizado por otro y reducir las horas de trabajo al máximo, sino que aporta calidad al trabajo, lo que incide directamente en el rendimiento comercial que se podrá obtener del certificado posteriormente.

Los técnicos/as competentes realizan las visitas oportunas, los cálculos específicos para el inmueble en cuestión, y se desarrollan todos los pasos de forma exhaustiva. Lo que da como resultado una mejor calificación (partiendo de que el inmueble realmente la tiene, claro).  Esta diferencia de calificación, mejor o peor, es la que luego supone tener un mejor o peor  argumento de venta del inmueble. Y en un futuro no muy lejano, poseer este argumento de venta será decisivo en el sector inmobiliario.

 

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