¿En qué punto del desarrollo de la ciencia y la tecnología se encuentra la sociedad a escala mundial? ¿Y qué consecuencias ha tenido este “desarrollo” en la calidad de vida de las personas y en el impacto que colectivamente tenemos en el planeta?

No tenemos otro planeta, ni los recursos para simplemente “mudarnos”. Y sin embargo, la Segunda Revolución Industrial, que ha fundamentado su idea de desarrollo alrededor del uso de combustibles fósiles, ha alcanzado un punto muerto. Ha llevado tan lejos la explotación de nuestro entorno natural que teóricos y especialistas han empezado a crear nuevas propuestas y explicaciones para determinar qué otros caminos existen para nuestra vida como sociedad.

Entre las proposiciones teórico-prácticas para tomar un camino diferente y una aproximación más durable para el desarrollo de la sociedad contemporánea, se encuentra la noción de Tercera Revolución Industrial de Jeremy Rifkin.

Como en este panorama conceptual y analítico la energía tiene un papel fundamental, en nuestro blog nos ha parecido importante desglosar este concepto y desmenuzar el papel de la certificación energética en el mismo. Lo anterior pues es una idea que pone de relieve dos piezas claves de la actualidad industrial, social y económica a escala global: las redes de información y la energía renovable.

El origen del análisis de Jeremy Rifkin

Jeremy Rifkin es un laureado autor de diversos libros que bordan la temática del impacto de los cambios científicos y tecnológicos en la sociedad, la economía, el uso y flujo de la fuerza laboral y el medio ambiente. Uno de sus libros y sin duda el más vendido es «La Tercera Revolución Industrial», un texto publicado en el año 2011 y que describe una visión clara y fundamentada de una era industrial sostenible y que deje atrás la dependencia que tenemos de los combustibles fósiles. Sus textos han inspirado a la Unión Europea a delinear un plan sostenible y a largo plazo para dar seguimiento al triple desafío representado por la crisis económica global, la seguridad energética y el cambio climático.

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Los cinco pilares de la Tercera Revolución Industrial

¿De dónde sale el concepto de la «Tercera Revolución Industrial»? Esta noción parte del análisis de cómo la comunicación digital vía internet está cruzando caminos con un internet de la energía, y un internet que permite hacer una logística diferente para el transporte y la distribución de cosas. Este flujo de información que parte de cada punto conectado y sensible es lo que permite imaginar un momento (tal y como lo describe el autor) en que por primera vez en la historia, «toda la humanidad pueda colaborar directamente en conjunto, democratizando la vida económica».

En el libro publicado (y traducido a más de 35 idiomas), Rifkin expone con gran claridad los cinco pilares o elementos clave de su proyecto, mismos que tejen redes de colaboración entre distintos sectores económicos, industriales y tecnológicos involucrados en el desarrollo de la sociedad a escala local, nacional, regional y global. Los cinco pilares son los siguientes:

Cambio en el régimen energético actual

El cambio en el régimen energético habla de un nuevo régimen de producción, consumo y uso de la energía. La creación de un régimen de energía sostenible, sostenido por los propios edificios y almacenando la energía parcialmente en forma de hidrógeno, es uno de los puntos principales (por ello es el primero) en el programa con el que Rifkin ha definido su idea de «Tercera Revolución Industrial». Esta energía sería distribuida a través de un internet verde en términos de electricidad, y gracias a la conexión a una red plug-in a cero emisiones contaminantes. Todo este sistema de producción, almacenamiento y transporte de energía que pertenecerá a cada edificio y que formará parte integral de una red ecológica de distribución energética interactiva, integrada y fluida. A retener de este pilar: el peso de las energías renovables en el mix energético debe aumentar y esta necesidad no puede omitirse por más tiempo. Las pruebas de las consecuencias negativas del uso y abuso de los combustibles fósiles son evidentes en este momento, así que es la hora de cambiar drásticamente la forma en que enfocamos la producción energética.

Papel protagonista de los edificios como productores de energía

La idea es transformar los edificios, fundamentalmente los públicos y los edificios de viviendas en pequeñas centrales productoras de energía renovable, gracias a la utilización de paneles solares, pilas de hidrógeno, aerogeneradores y otras tecnologías. Es un primer paso fundamental en la reconstrucción de la sociedad de cara al fracaso que ha supuesto la idea del interminable desarrollo económico. Los avances tecnológicos que van llegando paulatinamente irán cambiando la configuración de los edificios dándoles un rol fundamental no sólo en la producción de energía, sino en la competitividad y en el éxito en el mercado inmobiliario. El nacimiento de los edificios inteligentes tendrá un impacto no sólo en el sector de la construcción y en el sector inmobiliario, sino que cambiará la forma en que entendemos los entornos laborales, modificando la propia experiencia de los trabajadores. En este punto nos percatamos que esta Tercera Revolución Industrial no sólo es una forma de explicar la tecnología y la economía que tejen sus redes a escala global, sino que propone un auténtico cambio de paradigma que también impactará a la sociedad en su conjunto en ámbitos tales como la convivencia, la educación y el derecho al ocio.

El almacenamiento de la energía

El potencial de las energías renovables como la eólica y la solar para reemplazar el uso de energías fósiles o la electricidad producida en centrales nucleares está ahí pero para poderlas explotar a fondo, es necesario optimizar las tecnologías de almacenamiento, incluyendo las pilas de hidrógeno. Este tipo de tecnología deberá ubicarse para permitir el almacenamiento local de la energía producida y a la vez, conectarse a una amplia red local, nacional e internacional que permita a la vez amortizar el flujo inestable en la producción de las energías verdes y la estabilización de los precios de las mismas, mientras que se comparte de una forma democrática y horizontal.

La estructura inteligente de la distribución de la energía permitirá que los usuarios pasivos se conviertan en productores activos de su propia energía verde, que podrán no sólo usar, sino incluso vender gracias al uso del «Internet de la Energía»:

El papel de los datos informáticos y la comunicación vía internet

La gran cantidad de información que existe y que se transmite vía la gran red que es internet ha dado pasos para convertirse en algo más. El llamado «internet de las cosas» (IoT por sus siglas en inglés: the Internet of Things) será capaz de conectar mucho más gracias a redes fluidas que permitirán una interconexión mucho más intensa. Este flujo entre personas, máquinas, recursos naturales, líneas de producción, redes logísticas, hábitos de consumo y reciclaje y otros muchos aspectos de la economía, la producción y la sociedad. La idea es que toda esta información llegue y se procese en nodos concretos (hogares, empresas, vehículos, industrias, etc.) que estarán interconectados entre sí en tiempo real. Los algoritmos deberán a su vez evolucionar para analizar toda esta información y permitir que sirva para que costos de producción y distribución disminuyan en todas latitudes. Esta red permitirá a su vez la distribución adecuada de la energía, lo que incrementará decididamente la eficiencia energética y potenciará el aumento de la productividad local y bien enfocada.

Renovación de la flota de transporte automotor

Esta revolución (entendida claro está como un cambio drástico en la forma en que vivimos en este planeta, producimos nuestros satisfactores y generamos la energía para vivir día a día), tiene que afectar a la forma en que nos desplazamos. La idea es cambiar el parque vehicular por uno eléctrico que sea posible recargar en distintos puntos y prácticamente en cualquier lugar. Los estacionamientos por ejemplo, se convertirían en sitios de recarga: recarga «verde» pues la energía se generaría en edificios aledaños y se compartiría en red. Podríamos cargar nuestro coche en todo momento y lugar. ¿Acaso hay algo más revolucionario que esta medida?

Mención especial a la impresión en 3D

La impresión en 3D tiene un papel protagonista en el plan de la Tercera Revolución Industrial descrita por Rifkin. Si tenemos en cuenta que es un cambio radical no sólo en la forma en que fabricamos y consumimos energía, sino en la propia economía global, una era de manufactura digital permite incrustarse al lado de la producción de bienes duraderos, un menor desperdicio y patrones de consumo más equilibrados. La idea es que cada individuo puede ser su propio fabricante de bienes satisfactores. Ello además implica un cambio en el paradigma de la producción de bienes: en lugar de una manufactura sustractiva (que corta los materiales generando automáticamente un desperdicio, se pasa a una manufactura aditiva, puesto que cada pieza es impresa en tercera dimensión, reduciendo drásticamente el uso de materias primas y disminuyendo el consumo energético que implica la producción. Este ahorro lleva a un uso eficiente de la energía completamente imprevisto en la era industrial previa. También implica una democratización en la producción que permitirá un florecimiento de las pequeñas y medianas empresas, sin hacer que desaparezcan las grandes trasnacionales. Éstas sin embargo verán su papel cambiar a “agregadores” de producción en lugar de grandes distribuidores de manufactura.

El papel de la certificación como estrategia de eficiencia energética

En todo este plan de cambios drásticos a nivel económico e industrial no podemos omitir que la energía juega un papel fundamental. De hecho, de los pilares descritos, es el primero, el de la transición hacia las energías renovables, que sólidamente y con acuerdos trasnacionales, ha avanzado en los últimos años (si bien este avance no es tan rápido como podría y debería ser).

Para dar pasos más fuertes en este sentido, es preciso repensar y replantear con intensidad la noción de eficiencia energética y todos sus elementos. Uno de estos puntos clave es la certificación energética.

El certificado energético reúne en sí mismo a dos de los pilares de la Tercera Revolución Industrial descrita: el papel fundamental de las edificaciones y la importancia vital de las energías renovables. Si bien nace aparentemente como un trámite obligatorio más, hay un trasfondo mucho más profundo. La obligatoriedad del certificado energético permite evaluar el parque inmobiliario español y movilizar su renovación energética. Es decir, se impulsa de la forma más sencilla (motivando a la venta o alquiler más expedito de un bien inmueble) a la implementación de medidas que modifican estructuralmente a un inmueble, haciéndolo más eficiente energéticamente.

Es más, el certificado energético evalúa positivamente la inclusión y uso de energías renovables. De hecho, podemos considerar que es uno de los primeros pasos legales y sólidos tomados en una forma que involucran a la sociedad en su conjunto de cara a cumplir con los compromisos que España y la Unión Europea han adquirido en cuestión ambiental. Estos últimos están en sintonía en cierta forma (debido a que el mismo Rifkin ha colaborado con diversos gobiernos europeos y de otras latitudes) con las nociones establecidas en la idea de la Tercera Revolución Industrial.

Queda mucho camino por recorrer, pero sin duda alguna los primeros pasos son los más importantes para un sólido recorrido hacia una sociedad económica e industrialmente sustentable, democrática, verde e igualitaria.