Certificación Energética: origen, objetivos y estimaciones

escrito por TasaValora

Ante la reciente aprobación del Real Decreto 235/2013, de 5 de abril, por el que se aprueba el procedimiento básico para la certificación de la eficiencia energética de los edificios, conviene echar la vista atrás, revisar algunos conceptos que están generando ya cierta controversia, tratar de vislumbrar cuál será el marco en el que se moverá el sector, y descifrar cuáles serán las reglas de juego en los próximos meses.

Recapitulando, recordemos que la existencia del certificado de eficiencia energética en España surge por imperativo europeo, ya que había que establecer un mecanismo común y homogéneo que permitiera fácilmente la identificación y comparación desde el punto de visto energético, y por lo tanto, la competencia y la posibilidad de mejora, entre distintas viviendas o edificios.

Los objetivos mundiales, a grandes rasgos, que se establecieron para 2.020, ya desde el protocolo de Kioto fueron una reducción del 20% del consumo energético, de la emisión de gases de efecto invernadero y de CO2, y el fomento del uso de energía procedente de fuentes renovables.

A nivel estratégico y desde una perspectiva global europea, lo que se pretendía era reducir la dependencia de la unión de la energía importada a otros países no pertenecientes a la Unión. El objetivo de las sucesivas directivas era, por tanto, la promoción de edificios de alta eficiencia, o, dicho de otro modo, que los edificios dejen de ser grandes devoradores y derrochadores de energía. Hay que tener en cuenta que se estima que el 40% del consumo energético total de la Unión procede de los edificios.

Particularizando ya para cada inmueble, se estima que el promedio de ahorro se puede situar entre el 5 y el 20% en el consumo de energía: desglosando este dato, en climatización podría hablarse de un 35 % de ahorro o más, y en agua caliente sanitaria de hasta un 50% de ahorro.

Cada sistema tiene sus propios ratios y depende mucho de en qué puntos del edificio se actúe. Pasar de una nota G a una A, es decir, una rehabilitación energética integral, podría multiplicar exponencialmente estos ratios hasta reducir el consumo a niveles cercanos a cero (edificios pasivos o de consumo energético casi nulo)

Hay cierto consenso cuando se habla de disminuciones entre el 10 y el 30% en las emisiones de CO2 por edificio, con ahorros anuales en facturas de entre 500 y 2.000€ por vivienda. Pero depende de las instalaciones de la que conste el edificio o vivienda, de las características de su envolvente térmica, de las medidas que se tomen para mejorar esa nota…en definitiva, no hay dos casos iguales.

Probablemente veamos un escenario en España en qué la inmensa mayoría de viviendas edificadas antes de 2.007 no superen una nota F o G: hay que tener en cuenta que el parque edificado tiene una antigüedad bastante considerable, que en España hemos sido algo “perezosos” a la hora de adaptar las consideraciones medioambientales en nuestra normativa edificatoria, que somos un país con escasa cultura de rehabilitación y que llevará tiempo adoptar las medidas de mejora que se establezcan en cada caso. Los objetivos están fijados para 2.020: ésta será una tarea ardua y a largo plazo

En cuanto a lo edificado con posterioridad al 2.007, quedaba afectado, en cuanto a eficiencia energética, por el documento básico de obligado cumplimiento HE-CTE. Pero eso no implica ni mucho menos que todo lo construido desde entonces tenga la máxima nota posible.

OPORTUNIDADES DE FUTURO Y ESTIMACIONES

Cabe preguntarse entonces, ¿se va a potenciar la eficiencia energética de los inmuebles? Desde luego, esa parece ser la intención, aunque en mi opinión, va a depender en gran medida del impulso que se dé desde las distintas Administraciones autonómicas. El Real Decreto les confía unas facultades de registro, inspección y control técnico que están por definir de manera más precisa, y que pueden ser vitales para el efectivo cumplimiento de los objetivos fijados ya en la Directiva Europea.

Otro factor clave será el de la financiación, cuestión peliaguda en el momento que nos encontramos: recientemente se han publicado programas de ayuda y líneas de financiación para el sector de la rehabilitación y eficiencia energética en la edificación, pero habrá que ver si son suficientes, si se materializan y si generan realmente actividad económica.

A día de hoy, se ha dotado una línea de financiación, bautizada como Plan Idea, con un presupuesto de 100 millones, que es la principal línea enfocada a la eficiencia energética. También una línea ICO, con un importe 10 veces mayor, orientada en general a la rehabilitación.

En un futuro habría que obviar la observación de ambos conceptos por separado, ahondándose en el término “Rehabilitación energética” como conjunto, que sin duda es, bajo mi punto de vista, el concepto llamado a impulsar y revolucionar el sector en el futuro.

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