Caldera estándar, de baja temperatura y de condensación

Existen muchas tipologías y clasificaciones de calderas, pero a efectos de eficiencia energética, se distinguen tres tipos normalizados según sus características constructivas:

CALDERAS ESTÁNDAR

El material de construcción utilizado suele ser fundición negra. En su interior disponen de tubos de una sola pared, sin gran aislamiento. El intercambio de calor entre los humos y el agua del circuito se realiza a través del contacto directo con los tubos donde circula el agua.

Por problemas de corrosión, este tipo de calderas deben de trabajar a temperaturas elevadas de retorno (sobre los 55ºC-60ºC), debido a qué temperaturas inferiores provocan la aparición de condensaciones y, por lo tanto, la aparición de ácido sulfúrico y carbónico que degrada la estructura de la fundición.

Esta temperatura de retorno elevada (mínimo 55ºC), impide regular y ajustar la temperatura de la caldera a las demandas puntuales de la instalación, lo que implica que la caldera trabaja a una temperatura superior a la necesaria la mayoría del tiempo, produciendo elevadas pérdidas y, por lo tanto, un bajo rendimiento estacional.

La justificación de la utilización de este tipo de calderas ha sido que en los proyectos de instalaciones térmicas realizados durante muchos años, la temperatura de diseño y funcionamiento de la instalación se ha establecido en unos 90 ºC, que es el caso extremo de demanda que puede darse puntualmente unos pocos días al año para el caso de la calefacción y de unos pocos instantes al día para la demanda de agua caliente sanitaria. En cierto sentido, ha sido la rigidez en los parámetros de diseño la que ha provocado la ineficiencia energética de las instalaciones térmicas.

CALDERAS DE BAJA TEMPERATURA

Debido a la crisis energética de los años 70, al final de la década hicieron aparición este tipo de calderas que difieren de las estándar en qué evitan la aparición de condensaciones que provoquen corrosiones en el interior de las mismas. Por este motivo, permiten trabajar al circuito de agua a menor temperatura, adaptándose mejor a la demanda real de la instalación.

Para ello, se sustituye como material de construcción a la fundición negra por fundición gris, y se proporciona a las superficies de contacto de intercambio de calor una mayor resistencia térmica mediante aislamientos y dobles paredes.

El ahorro energético de estas calderas con respecto a la estándar oscila entre un 10% y 20%.

CALDERAS DE CONDENSACIÓN

Estas calderas, a diferencia de las anteriores, provocan deliberadamente la condensación del vapor de agua contenido en los humos de escape, aprovechando el calor latente del mismo para aumentar la temperatura del agua del circuito. Esto permite reducir el consumo de combustible y, por lo tanto, aumentar el rendimiento.

Pueden utilizar como combustible tanto gas natural como gasóleo, pero las primeras son las más extendidas, baratas y eficaces. No obstante, el gas natural utilizado debe contener la menor cantidad de partículas sólidas y ningún rastro de azufre.

Las calderas de condensación están construidas con aceros inoxidables especiales, debido a que el indice de pH del producto de la condensación suele tener un valor muy ácido. La condensación se consigue gracias a la colocación de superficies de intercambio verticales interpuestas entre el quemador y la caja de la chimenea.

* Por hacer una comparativa de ahorro energético entre calderas, se puede establecer que la sustitución de una caldera estándar alimentada con gasóleo por una de baja temperatura alimentada con gas natural, puede suponer un ahorro de hasta el 25% de energía.

En el caso de que la sustitución sea por una caldera de condensación alimentada con gas natural, el ahorro puede ascender al 35%.

 

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