Las "alegrías" en los certificados energéticos
Los programas que estamos manejando para el cálculo de los certificados energéticos nos ofrecen, generosamente, una serie de muletillas que mucha gente está aprovechando para sacar el documento como quien hace churros. Sería necesario un servicio de inspección aleatoria a fin de sancionar a los “certificadores” que aprovechan fraudulentamente los datos que les da el programa.
Para tocar por hoy un solo punto, vamos a ver algo que parece tan simple como la definición de las fachadas, que exige un conocimiento de datos que solo se pueden conseguir mediante la memoria de proyecto o, más agresivamente, haciendo una cala en el muro. En efecto: durante muchos años, antes de la aparición de legislaciones estrictas sobre aislamientos, se ha utilizado la cámara de aire como el aislante consuetudinario, pero hay un período, en los años sesenta, en el que comienzan a introducirse elementos aislantes, tomando entonces la antigua cámara de aire un papel preponderante en la defensa de la vivienda ante las variaciones de clima. Pero no es ese solo el problema. Uno de los primeros aislantes utilizados en nuestro país fue la fibra de vidrio, colocada en mantas cuyo manejo recordarán con horror los más viejos del lugar. Un edificio con ese tipo de aislamiento, hoy día carece de protección. Las mantas de fibra de vidrio tienen un enemigo tremendo: la vibración. La primera denuncia vino de su utilización en los aviones,- creo que fue en los Caravelle,- donde se comprobó que tras un corto período de uso la fibra estaba amontonada en las zonas bajas, quedando las zonas altas sin aislamiento. En nuestras viviendas, el viento y el tráfico son focos importantes de vibración, por lo que en los cuarenta y tantos años transcurridos desde la utilización de la citada fibra, en la mayor parte de los casos, el aislamiento se ha concentrado en las plantas inferiores, dejando a las superiores en la simple cámara de aire.
Pongo este ejemplo porque cuando llegas a una vivienda, el dato más aparente es el grosor de la fachada. Si tiene, por ejemplo, 24 cm, sabes que está realizada con medio pie, aislamiento, tabique y yeso, pero no sabes qué aislamiento se ha utilizado, a no ser que consultes la memoria de calidades o, si es aplicable, el libro del edificio. Si tiene otras medidas, las posibilidades son múltiples: medio pie, bloque, cámara y/o aislamiento y tabique, un pie, cámara y/o aislamiento y tabique, aislamiento exterior, tabicón, cámara y tabique…. Las soluciones son muchas y a mí, con cuarenta y tantos años de profesión, me cuesta a veces detectarlas y, desde luego, sin ver documentación de proyecto, me es imposible hacer afirmaciones sobre el aislamiento. Y entre dos y cuatro centímetros de aislamiento hay una diferencia de resultados que puede ser muy importante, suficiente para cambiar la letra final.
¿Qué resulta incómodo? Claro. Es más cómodo inventarse una solución que buscar lo realizado, pero somos técnicos y se nos está pidiendo un dictamen técnico. ¿Qué encarece el trabajo? Naturalmente, y, a veces, mucho, porque es necesario pedir documentación de archivos, que tiene un coste. ¿Qué se tarda más? También muy cierto, pero nadie ha dicho que los certificados de eficiencia energética hay que tenerlos el día siguiente.