¿Ha sido 2013 un buen año para la entrada en vigor del CEE?

escrito por Alejandro M. M.

No hay día que no oiga a mis clientes quejarse de la gran cantidad de impuestos que deben de pagar por poseer un inmueble incluso los propietarios de las inmobiliarias en Ibiza que no habían oído hablar de la certificación energética en un primer momento lo primero que decían era “otra cosa más para sacar dinero”, cierto es que la primera impresión que da la exigencia de este certificado es “ya ha inventado el estado otra artimaña para recaudar dinero”, máxime en la situación de crisis en la que vivimos actualmente, pero lo cierto es que la certificación no es ningún invento del Estado y menos de España, la que hasta hace bien poco no se ha interesado prácticamente en el campo de la eficiencia energética.

Este concepto viene de Alemania y se ha extendido al resto de Europa siendo, cómo no, España una de las últimas en sumarse a esta iniciativa, ya se hizo un intento en 2007 con el RD 47/2007, el cual nunca llego a ver la luz. Pero ante la amenaza de Europa de sancionar a España si no trasponía la Directiva 2002/91/EC finalmente ha entrado en vigor.

En mi opinión nunca es buen momento para imponer más gastos al ciudadano puesto que la clase media siempre está asfixiada con la subida de impuestos directos e indirectos mientras sus sueldos permanecen congelados y lo único que hace el estado es gravar el capital mobiliario e inmobiliario frenando el consumo, pero también hay que recordar que esta exigencia no tiene un fin recaudatorio puesto que si fuese así no se impondrían tasas tan bajas para su registro (por ejemplo en Ibiza la tasa es de 4,78 euros), es una exigencia orientada al consumo, es decir, si yo voy a comprar una casa tengo que saber si para conseguir un estándar de confort voy a tener que mantener encendida la calefacción o la refrigeración durante todo el día lo que influiría enormemente en nuestro gasto anual y por tanto comprar una casa ineficiente en términos de ahorro de energía puede salir a la larga mucho más caro que comprar una casa un poco más cara pero más eficiente, máxime teniendo en cuenta las continuas subidas en la factura de la luz.

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