Diez acciones y prácticas sostenibles en nuestro día a día
El día 29 de Marzo de 2014, a las 20:30 h, fue LA HORA DEL PLANETA. Se pretendía que, en cada rincón del mundo, se apagaran las luces durante una hora. Era una iniciativa de concienciación a nivel global frente a un problema que nos concierne a todos y en todas partes "El planeta nos lo estamos cargando". El único planeta/hogar que tenemos.
Ya ha pasado "El día del Planeta". Y ahora ¿qué? ¿Con apagar todas las luces una hora al año es suficiente?
Evidentemente ¡¡¡NO!!!.
Recientemente he leído un artículo muy bueno en elpais.com donde se mencionan "Diez acciones y prácticas sostenibles en nuestro día a día" que podemos hacer durante todo el año. Os las transmito con mis propias palabras:
1. Piensa en el gesto de encender las luces
Hay que hacer un uso correcto de la iluminación. Apagar las luces cuando salimos de una habitación es lo primero que se nos ocurre. Pero hay otros gestos que también podemos hacer como sustituir progresivamente nuestras bombillas por otras más eficientes. La tecnología LED esta avanzando muy rápidamente y ya tenemos versiones para todo tipo de luminarias. Su precio es más elevado, pero si tenemos en cuenta su vida útil y el ahorro energético, salen muy a cuenta.
2. Siente la temperatura de la casa
El gasto energético más alto de una vivienda es el de calentar o enfriar una casa. La temperatura idónea con la que nos sentimos a gusto varía desde los 19º a 21º, en invierno, a los 17 a 19º, en verano.
Pero estas temperaturas no son para todas las personas igual, ni para todas las habitaciones, ni para todas las actividades. Por ejemplo, no es lo mismo que estemos en una oficina, sentados y sin actividad física durante mucho tiempo, que en un pasillo, pasando por él unos segundos. En una cocina, seguramente estaremos en movimiento; en un cuarto de dormir, bien arropados, no necesitaremos demasiado calor (ni los 21º) que, además, perderemos al ventilar pos las mañanas.
También hay que tener en cuenta la hora del día. Podemos apagar la calefacción por las noches y no encenderla hasta después de cerrar las ventanas tras ventilar la casa. También podemos poner termostatos individualizados por ambientes que permiten tener una temperatura más acorde al uso de cada estancia.
Y aún más, no exageremos. Seguro que te has quejado de esto alguna vez. En invierno no tenemos que poner la calefacción a toda marcha e ir por casa en manga corta. Ni ir abrigados en casa o en la oficina o en el tren... en verano.
3. Mira bien por la ventana
El gasto de energía de la vivienda no depende solo de que el sistema de calefacción o refrigeración que tengamos sea más eficiente o menos. Tampoco deriva solo de que nosotros tengamos más o menos conciencia en el uso de la energía. También depende de las características constructivas de la vivienda y del buen estado de nuestras ventanas. Por este motivo es importante realizar un estudio de eficiencia energética de la vivienda. Es elemental tener un hogar bien aislado con unas ventanas que no tengan filtraciones .
Otro método que podemos utilizar es lo que yo llamo efecto cueva. Consiste en el uso de las persianas o toldos de una manera racional. Por ejemplo, en invierno, mantener levantadas las persianas de las ventanas en las que da el sol directo y cerrar las demás para crear una cámara y evitar la pérdida de temperatura. Conviene ir variando la posición de las persiana conforme transcurra el día. Así necesitaremos un uso menor de la calefacción. En verano, lo contrario: no permitir la entrada directa de los rayos solares ya que calientan las superficies y elevan la temperatura de la vivienda. Claro, en consecuencia necesitaremos un uso más elevado de la refrigeración. Persianas, toldos, estores o cortinas pueden ayudarnos a evitar la entrada del sol en casa.
4. Revisa tus enchufes
¿Qué tenemos conectado a la red y no estamos utilizando? Los cargadores —de teléfono móvil, tableta, ordenador portátil— consumen energía aun cuando no estén cargando nada. Según el IDAE, los electrodomésticos con función de espera (o standby, en inglés) se llevan el 6,6% del consumo eléctrico de los hogares, casi tanto como la lavadora. Desenchufar el consumo vampiro permite ahorrar no poca energía eléctrica.
5. Respeta el agua
Lo más normal para el ahorro de agua es no abrir el grifo. Pero eso evidentemente no es una opción, así que que debemos hacer un consumo de agua responsable: ducharnos en vez de bañarnos, mantener el grifo cerrado mientras nos enjabonamos o nos lavamos los dientes...
Otra opción es intentar aprovechar el agua de lluvia y reciclar las aguas. El inconveniente es que hacerlo en una vivienda individual puede costar unos 6000€ y en un bloque de viviendas mucho más (puedes leerlo en elpais.com "En mi casa el agua cae del cielo").
Otra alternativa es colocar elementos que evitan malgastar el agua fría mientras llega la caliente desde el calentador.
6. Echa un vistazo a los electrodoméstico
Los electrodomésticos son el segundo mayor consumidor de energía en los hogares tras la calefacción. Hay que intentar hacer un uso responsable de ellos: procurar usarlos cuando estén llenos, no usar secadoras, reducir las temperaturas programadas en lo posible, las duraciones... siempre que cumplan nuestras necesidades, claro. No sirve de nada que la ropa o la vajilla no salga lo limpias. Tendríamos que volver a lavar y a consumir energía.
Una buena elección, si las circunstancias lo permiten, es comprar electrodomésticos más eficientes posibles (A+, A++).
7. Añade la sostenibilidad a tu menú diario
Cocinar se lleva, según el estudio del IDAE, el 9,2% de la factura energética de los hogares. El horno es el menos eficiente de los equipos de la cocina al utilizar mucha energía para calentar aire. Por este motivo hay que utilizarlo lo menos posible y, cuando se usa, abrirlo lo menos posible.
También hay que adaptar el tamaño del horno al número de comensales para los que cocinamos. Hay hornos pequeños que necesitan menos energía para calentarse. Son muy recomendables para familias pequeñas o en viviendas de soltero/a.
8. Piensa en los muebles y el suelo
A la hora de comprar muebles y suelos de madera hay que buscar que procedan de fuentes sostenibles. Etiquetas como la del Consejo de Administración Forestal certifican que los materiales utilizados son de bosques controlados y no de la tala indiscriminada de árboles.
Si es posible, conviene preferir muebles y suelos de madera maciza frente al contrachapado y el aglomerado, elaborados con productos químicos, y favorecer los clavos y los tacos frente al pegamento, por el mismo motivo.
9. Reflexiona antes de tirar
La economía consumista en la que vivimos hace que el usar y tirar haya aumentado el desperdicio de los hogares españoles.
Lo primero que hay que hacer para que nuestra basura no impacte en el medio ambiente es no producirla. Reducimos la masa de residuos tanto al utilizar menos embalajes como al comprar productos reutilizables. Otra cosa que podemos hacer es un buen reciclaje de todos nuestros desperdicios y así reutilizar todo lo que se pueda.
Una costumbre que tendríamos que recuperar es la de intentar reparar en lugar de tirar y comprar más.
10. Compra con sentido común
Y a la hora de comprar, hacerlo diariamente y en las tiendas del barrio. Sobretodo los productos frescos, para que no se estropeen. Elegir productos de origen local reduce las emisiones de gases de efecto invernadero y, en muchos casos, permite adquirir productos más sabrosos que en las grandes cadenas de distribución.
Comprar con criterio, verificando el origen y buscando etiquetas de certificación medioambiental, suele ser una buena idea. Pero ojo: no todas las etiquetas valen.
Ahora solo queda poner en práctica todo lo que podamos. Cuanta mas gente se una mejor. Si tienes alguna idea o iniciativa que creas que puede ayudar en este sentido, no dudes en contactar con SOSTEC, especialistas en eficiencia energética