El certificado y el trabajo basura
Los bancos titulares de inmuebles en “stock” están elaborando pliegos de condiciones para contratar servicios de certificación que fijan a los interesados unas salvajes condiciones, estableciendo un precio máximo, que es independiente del tipo de inmueble.
El criterio de contratación es muy claro: el precio a la baja. Es la jugada maestra de las entidades que actúan conjunta y coordinadamente para intentar fijar los precios a la baja antes de que el sector de la certificación tenga la referencia del precio real de mercado.
Hay plataformas y empresas que están ofertando precios máximos por certificación absolutamente ridículos. Aunque las conocemos, no vamos a difundir las cifras para no contribuir a reventar los precios. Pero baste decir que trabajar en estas condiciones es la definición más clara, en nuestra opinión, del trabajo basura. Estamos ante un mercado mayorista de los servicios de certificación energética, muerto y enterrado antes de nacer.
La retribución final del técnico se traduce también en basura, rayando en la explotación, y con ello también la calidad del servicio. El trabajo mal pagado lleva ineludiblemente a su mala calidad; toma incorrecta de datos, abuso de los valores de cálculo por defecto y peores etiquetas de las que el inmueble obtendría con un trabajo más cuidadoso.
¿Quién sale perjudicado con esto?
1. El técnico ligado a estas organizaciones, que ve degradado su trabajo y ninguneada su posición.
2. La entidad propietaria de los inmuebles, porque la calidad de la etiqueta, se quiera o no, influirá en la valoración del inmueble, como ya ha ocurrido en los países europeos donde está implantada.
3. Las empresas ofertantes, que van a tener serias dificultades para cumplir sus compromisos cuando el mercado fije los precios reales.
4. Todo el sector de la certificación energética, por el posible efecto contagio de unos precios mayoristas que arrancan a tan ínfimo nivel.
En somoseficiencia queremos que técnicos y clientes comprendan que la lógica del mercado va en la dirección opuesta. No hay que olvidar al mercado minorista, al mercado que quiere tratar directamente con un técnico y quiere pactar un precio mirándole a la cara, etc.
La gran demanda inicial del mercado minorista, que además se va a concentrar en un tiempo limitado dados los plazos que legalmente se establecen, fijará inexorablemente unos altos precios iniciales, disminuyendo con el tiempo hasta su estabilización. Y, en esta situación inicial tan favorable, es tóxico para las empresas y sus técnicos concurrir a estas subastas antes de tener la referencia de los precios que fije el mercado minorista.
Es necesario apostar por la calidad del servicio a prestar, calidad del trabajo realizado, calidad de la formación de nuestro colectivo y la calidad de nuestra retribución como técnicos: esos deben ser nuestros valores y a ellos deberíamos atendernos siempre si queremos resucitar nuestra profesión.
Compañeros, asignemos la etiqueta que toca, no la empeoremos con el abuso de los datos por defecto en el cálculo, no causemos con ello devaluaciones injustas del inmueble, no creemos al cliente ningún daño patrimonial…
Con estos planteamientos estaremos en condiciones de ofrecer unas dignas condiciones de servicio. Siempre será mejor realizar una sola certificación de calidad que tres certificaciones basura.