El Climcan para certificar en Canarias
Todos los que tenemos formación y experiencia en el sector de la construcción, la arquitectura bioclimática, la eficiencia energética y las energías renovables, y además vivimos y desarrollamos nuestra labor profesional en Canarias, conocemos lo difícil que resulta adaptar un espacio habitable a la realidad de la climatología de cada lugar.
Hay zonas donde las condiciones de insolación son tan severas que una cubierta normal puede provocar mucho malestar: habría que hacer una encuesta a los que viven o trabajan en las últimas plantas de los edificios capitalinos o en la zona sur de las islas, y no voy a extenderme en el confort de los que se ingresan en la última planta del Hospital Universitario de Canarias. Otras en las que la humedad, que normalmente es bastante alta por ser un archipiélago, llega a mantenerse en el 80% durante varios días, casi como si lleváramos medio cuerpo sumergido en agua permanentemente. Ambas variables agravan la sensación térmica, igual que cuando viene fuerte el alisio fresquito del norte, que hace que la temperatura percibida sea hasta 7 grados por debajo de la real. Y lo mejor (o peor más bien) es que dentro del mismo municipio, a escasos kilómetros, se suceden estos fenómenos de forma simultánea: nos morimos de frío en La Laguna y en la Punta del Hidalgo están con el bañador puesto.
Sin embargo estamos todos de acuerdo en que bajo cubierto se debería estar muy bien, puesto que las condiciones geográficas permiten recibir bastantes horas de sol con potencia suficiente para mantener a buena temperatura el interior de las edificaciones, incluso para disponer de la cantidad suficiente de agua caliente que satisfaga en muchos casos hasta el 100% de la demanda si el consumo es coherente con las necesidades. Una cubierta refrigerada o aislada para que no caliente el interior y ventilación cruzada bien pensada también es solución para mantener la humedad a raya. Además, todo ello sin que se dispare la inversión por proyecto. Pero el hecho de idear un hogar o un edificio de servicios con todas estas ventajas se torna problemático cuando después de echar nuestras cuentas en la libreta garabateada que tenemos todos, pasamos a informatizar en asunto con las herramientas de uso obligado.
No se tienen en cuenta las variables climaticas diferenciadas existentes en las Islas Canarias puesto que se toman valores según las condiciones que afectan a las capitales provinciales. Luego está el problema de los edificios de referencia, que tienen sus sitemas de calefación e incluso de refrigeración, y ya sabemos que con las soluciones adecuadas no son necesarios ni uno ni otro servicio en casi ningún punto de las islas, y si lo son, será en una pequeña parte del período anual. Es por ello por lo que animo a los colegas del sector y a los responsables públicos a que se formen bien, pero con seriedad, no en esas charlas o cursos donde el ponente da datos tan importantes como que el sol en Canarias va por el hemisferio sur. Y que vuelquen luego esa formación en mejorar las herramientas que tan mal servicio nos hacen por su penosa adaptación a las islas, para que la disminución del consumo de energía y por tanto, de la contaminación del aire y el agua, sea una realidad, y no una chapucilla para salir del paso porque hay que trasponer una directiva europea, que nos multan y tal y tal. Y no estemos pendientes del calor insufrible que hace, sino de nuestra vida, en las últimas plantas. Así se estará bien dentro sin gastar nada y se estará bien cuando "informaticemos" nuestro proyecto canario, también.
Para más información, consultar el pliego de alegaciones al ClimCan del COAC.