Durante mucho tiempo se ha argumentado que un obstáculo muy grande en el camino que avanza hacia el uso limpio y eficiente de la energía es precisamente el mercado energético. Las excusas o los argumentos que se utilizan a este respecto dicen que hay tantos intereses involucrados en el uso de hidrocarburos como fuente primaria de energía, que es imposible socialmente y a escala internacional cambiar el paradigma del uso de la energía.

Puesta de sol

Este argumento cada vez va perdiendo más peso, puesto que es precisamente el motor que representa el mercado el que está movilizando las cosas. La aparición de nuevas vertientes en la tendencia global para proteger en cierta medida el medio ambiente, pero también de nuevos actores internacionales en el ámbito energético, la noción de la eficiencia energética y la gestión de la energía, son la razón por la que las energías limpias están cobrando un protagonismo que hace apenas un par de décadas hubiese parecido de ciencia ficción.

El valor de las energías renovables en el mercado

No hace ni diez años que empezaron a delinearse desde el ámbito académico los planes para que el mundo obtuviese toda su energía (incluyendo la que moviliza el transporte y la calefacción) de la energía eólica, solar e hidráulica para el año 2050.

Esos primeros estudios (entre los que destaca el realizado por el profesor Mark Jacobson para la Universidad de Stanford), eran considerados radicales e irrealizables. La conversión a las energías renovables no sólo eliminaría en un escenario de sustitución completa los gases de invernadero, sino que mejoraría la salud humana creando millones de puestos de trabajo.

Todos estos estudios (y los posteriores, que llevaron a la redacción del Acuerdo de París) han permitido generar un interesante flujo de información, que es el primer motor de modernización del mercado energético. Los actores involucrados, sobre todo a escala corporativa y empresarial y no tanto gubernamental, se van dando cuenta de los recursos que se economizan al convertirse a las energías renovables y la transición se hace de forma más natural. Al analizar la relación entre inversión y ganancias, es evidente la rentabilidad de las energías renovables.

Si se plantea la pregunta de las personas actualmente empleadas en la industria del petróleo y el gas, existe la respuesta de la cantidad de empleos y reconversiones posibles (se habla de 22 millones de empleos definitivos más los de la construcción y desarrollo tecnológico involucrados).

Muchas veces no es realmente el mercado el que impide este avance hacia las energías renovables, éste se dinamiza y sopesa las oportunidades crecientes. Los obstáculos se encuentran en barreras políticas, y ello es una discusión completamente diferente.

Los inversores que se interesan en las energías renovables tienen en cuenta todos estos elementos y los ponen en juego y en base a ello, eligen los instrumentos de inversión que mejor convengan a sus intereses. Afortunadamente, el mercado ofrece cada vez más alternativas interesantes para los capitales que buscan invertir en el sector de las energías renovables. La compra de acciones, el patrocinio de proyectos concretos (que puede beneficiar de subsidios gubernamentales) o la participación en la construcción de infraestructura son sólo algunas de las ideas de inversión existentes en este sector.

Nuevas propuestas que dinamizan la oferta de las renovables

A pesar de que el principal foco de la atención pública y mediática se encuentra en las energías solar y eólica, otras fuentes energéticas están atrayendo no sólo a los académicos y científicos, sino también a los inversionistas. Entre estas nuevas o «recicladas» fuentes de energía, la que está cobrando un gran protagonismo es la denominada «de desechos a energía» (Waste to Energy o WTE por sus siglas en inglés).

Esta fuente energética está atrayendo la atención de los capitales centrados en la energía porque es una forma doble de lidiar con problemas ecológicos y usa un recurso altamente disponible en los países industrializados: los desechos urbanos e industriales.

La así llamada valorización energética de los residuos puede tomar dos vías que están movilizando inversores y empresas a escala transnacional:

  1. El tratamiento térmico. Dentro de éstas, la más común es la incineración, pero también existe la gasificación, la gasificación por plasma o incluso la pirólisis.
  2. El tratamiento biológico. En este caso, se encuentra una tecnología punta como la biometanización o digestión anaerobia (Anaerobic Digestion o AD por sus siglas en inglés) que es la digestión de la fracción orgánica de los residuos.

La problemática con este tipo de inversiones, es decir, lo que puede frenar su avance y su mayor presencia, es la necesidad de una separación previa de los desechos. El subproducto más peligroso que puede tener la biometanización de los desechos son los metales pesados. Para ello, es muy importante que la basura que llega a procesarse para producir energía eléctrica y calor, esté previamente bien separada.

Waste to Energy: How it works

De desechos a energía. Imagen retomada de: http://www.deltawayenergy.com/wte-tools/wte-anatomy/

La separación de desechos sumada a la digestión anaerobia de los mismos para producir energía, es una solución emergente muy interesante a la problemática de la eficiencia energética. Es como atacar dos problemas con una sola solución. Además, la materia prima está al alcance de cualquier país en cualquier latitud, lo cual no siempre es verdad para la energía eólica o la energía solar.

Esta movilización de capitales para el tratamiento inteligente de la basura y la creación de una energía eficiente, empieza a mostrar sus beneficios en países como Suecia, que cuenta con una producción muy interesante y elevada producción de energía eléctrica y de calefacción de agua sanitaria proveniente de la AD.

Mercados emergentes a escala internacional

¿En qué mercados pensamos cuando hablamos de energías renovables? Quizá en la recién mencionada Suecia, que tiene una alta utilización de sus residuos y los transforma en energía, o en Alemania y su potente industria energética que produce energía eólica y solar. Pero la movilidad del mercado energético internacional está otorgando el protagonismo a otros actores.

China está construyendo una especie de «dominación» global de las energías renovables, apoyando tecnologías e investigación, invirtiendo agresivamente de forma local y en distintas latitudes, y está amenazando a otros actores tradicionales, como el Reino Unido, Australia y los Estados Unidos, con el riesgo de perder una parte de este creciente mercado.

Ello sobre todo porque las inversiones chinas se están realizando en distintas partes del planeta, incluso en aquellas que hasta el momento no ha tenido la oportunidad o los recursos de ir realizando el cambio hacia las energías renovables (el sudeste asiático, África o América Latina, por ejemplo).

Las inversiones chinas se incrementaron en más de un 60% entre el año 2015 y el año 2016 en otros países y no sólo a escala local.

Los países que más han beneficiado de este dramático incremento en las inversiones chinas en energías renovables son Australia, Alemania, Brasil, Chile, Indonesia, Egipto, Pakistán y Vietnam. Empresas chinas como China Light & Power, Tianqui Lithium y Beijing Enterprisis Holdings tienen cada vez más participación en los nuevos emprendimientos de energías renovables en distintas partes del planeta.

Esta expansión se manifiesta por ejemplo en los siguientes hechos: China posee actualmente cinco de los más grandes centros de producción de módulos de producción de energía solar, la empresa más grande de turbinas eólicas del mundo, la empresa más grande a escala global que procesa las baterías de litio necesarias para almacenar la energía solar y eólica, entre otros.

Los inversores europeos y de otros países emergentes, sin embargo no deberían «entrar en pánico», pues la transición energética se encuentra en una etapa muy temprana, así que las acciones que tomen en los próximos años serán definitorias para ver con qué porción de este redituable mercado pueden aprovechar.

La importancia de la eficiencia energética

El mercado energético da mucha importancia a las energías renovables no sólo por su valor ecológico. También es verdad que la oportunidad de crear energía limpia está en todas las partes del globo, en tanto que la extracción de hidrocarburos o carbón, no.

Ello ha abierto una gran cantidad de alternativas y de innovación tecnológica. Pero nada de ello tiene auténtico sentido a largo plazo (ni en términos ecológicos ni económicos) si la energía se utiliza de forma inconsciente y se desperdicia.

Es por ello que todos los esfuerzos empresariales y corporativos se valen también de la noción de eficiencia energética para potenciar sus inversiones.

Una mayor productividad aunada a un uso industrial y particular de la energía, más concienzudo y eficiente, genera un mayor superávit energético y ello da lugar a la exportación de recursos energéticos.

Países como Alemania que tienen ya una sobreproducción energética no la tienen solamente por su gran inversión en infraestructura energética y su cambio de paradigmas hacia la energía eólica y solar, sino también por su compromiso con la eficiencia.

Las normativas europeas y nacionales, a escala industrial y de construcción han creado una conciencia y un uso diferente de la energía. Ello permite que ésta pueda almacenarse e inclusive exportarse. Sin necesidad de depender de un mercado externo o de la importación de hidrocarburos, es posible mantener el confort que provee la energía y contaminar menos.

En este ejemplo podemos ver que la eficiencia energética y las energías renovables son un binomio inseparable tanto para proveer energía accesible en todas latitudes, como para hacerlo de forma limpia y reducir la huella de carbono a escala global, y finalmente, también para proporcionar a capitales e inversores, una razón de peso para dar el paso que hace falta e ir eliminando así sea muy despacio, el uso de combustibles fósiles.

Un mercado que se reconfigura

Este cambio, por optimistas que sean las propuestas y las cifras, es muy paulatino. El mercado se reconfigura pero la velocidad no es drástica. Los cambios se dan paulatinamente, y ello tiene que ver sobre todo con la infraestructura existente.

Dos siglos de uso de la energía eléctrica y de la intensificación de la dependencia que la sociedad tiene hacia el consumo de energía (para transportar, para producir y almacenar alimentos, para comunicarse, para otorgar servicios de salud, etcétera), han motivado la creación de una gran infraestructura de producción, almacenamiento y traslado de esta energía.

¿Qué países tienen los recursos para cambiar drásticamente esta infraestructura? ¿Existen las condiciones para que este cambio se realice? ¿Las propuestas actuales de energías renovables son adecuadas y factibles para países con distinto nivel de desarrollo?

Las respuestas a estas preguntas no son definitivas. Quizá la fuente de energía que revolucione de forma drástica el mercado aún no ha sido descubierta o desarrollada. Quizá el colapso ecológico, el cambio climático o una severa crisis político-económica a escala global, aceleren la transición.

Por el momento, queda el análisis optimista de las nuevas alternativas disponibles, de la forma en que se involucran los mercados emergentes y las nuevas potencias económicas en el desarrollo de nuevas tecnologías e infraestructuras y en la presencia creciente de una conciencia sobre la importancia de la eficiencia energética como vía para usar con mayor sabiduría los recursos con los que contamos.