La cumbre del clima de París: acuerdos y desacuerdos

escrito por DOMMO ARQUITECTURA

La cumbre del clima celebrada en París en este mes de diciembre, se nos presentaba como un encuentro del que debería salir un compromiso vinculante a nivel internacional para reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera, y limitar el aumento de la temperatura global en menos de dos grados centígrados (respecto a niveles de la época preindustrial).

El fracaso de las cumbres celebradas anteriormente radicaba en la no ratificación de los acuerdos por parte de las grandes potencias. Finalmente, aun estando ahora más predispuestas, los acuerdos firmados en esta cumbre, aunque necesarios, no serán vinculantes. ¿Un nuevo fracaso?

El resultado de la cumbre ha dado lugar a muchas controversias. En ningún caso es la solución definitiva al problema medioambiental, pero si vemos el vaso medio lleno, podemos considerarla un punto de partida para solucionarlo, el "principio del fin" de los combustibles fósiles y del calentamiento global. Aunque aquellos que ven el vaso medio vacío, consideran que ha sido de nuevo un nuevo fracaso, uno más a sumar a la larga lista que se remonta a la conferencia sobre el cambio climático de Berlín en 1995 o al protocolo de Kyoto en 1997.

Si nosotros mismos no somos capaces de cuidar nuestro hogar, nuestro planeta, ¿quién va a hacerlo por nosotros?

Aunque la era industrial ha aportado grandes avances a nuestra sociedad, también ha destrozado muchas de las cosas que teníamos. Y aunque a día de hoy sería utópico pensar en volver a recuperar las condiciones climáticas preindustriales, sí que podemos intentar frenar este tren que conduce al hundimiento de nuestro planeta.

Vivir el presente está bien, pero siempre mirando hacia el futuro. Recuerdo cuando iba al colegio, y estudiábamos que en 2020 los coches no usarían petróleo, y que las energías renovables sustituirían en su mayor parte a las energías convencionales y limitadas, como el carbón o el petróleo. En mis sueños, veía el nuevo milenio lleno de molinos de viento o aerogeneradores, de presas de agua limpia, y de chimeneas de leña. Imaginaba un cielo limpio y claro sobre las grandes capitales y calles que no olían a gases tóxicos.

Nada más lejos de la realidad. Poco queda para el 2020, apenas cuatro años, y solo veo en los telediarios nubes negras sobre Madrid, asiáticos caminando por la calle con mascarillas, como si de un hospital se tratase, y ciudades sumidas en el caos a causa de los cortes de tráfico. Y sí, es verdad, ahora que empieza a afectar a nuestras rutinas, es cuando empezamos de verdad a preocuparnos.

Actualmente, el compromiso para acabar definitivamente con los combustibles fósiles se ha aplazado hasta el 2050, fecha que aún vemos demasiado lejana. Pero una maratón no se gana en los últimos diez metros, hay que ganársela desde la salida. Y esta carrera contra el cambio climático lleva ya muchos años en marcha, ¿a qué esperamos para empezar a correr de verdad?

 

 

 

 

 

 

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